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Lee aquí nuestra reseña de Berberian Sound Studio.
Gilderoy –británico y notable ingeniero de sonido– llega a Italia para trabajar bajo las órdenes del productor Franceso Coraggio en El vértice ecuestre, filme dirigido por Giancarlo Santini. Sin saberlo, el afable, tímido e ingenuo especialista en sonido, se involucra en un proyecto sobre brujas, duendes, violaciones, mutilaciones y torturas. Las sádicas acciones no son vistas en pantalla, sólo escuchadas y representadas mediante una amplia y creativa gama de sonidos y voces. Gilderoy es un experto que no sólo genera efectos sonoros –aplasta frutas y vegetales para simular mutilaciones y sangrientas decapitaciones– sino que también graba los diálogos y los gritos de las protagonistas para manipularlos y dotarlos de suspenso y horror. La hermética atmósfera generada al interior del estudio Berberian Sound y las tensiones laborales entre productor, técnicos y actrices confunden a Gilderoy, quien –acostumbrado a trabajar en otro tipo de proyectos en su país– comienza a sumergirse en una espiral infernal cercana a la locura adentrándose al verdadero horror del sonido.
En su segundo largometraje, el inglés Peter Strickland parte de una premisa literaria que Franz Kafka empleó en El castillo: un hombre que es contratado para realizar un trabajo al interior de un espacio, cuyos propietarios no le explican con exactitud el sentido de su labor. Una vez que el extranjero llega a otro país descubre otro mundo; insólito, cruel, distinto al idilio que vivía en casa, y quizá, a pesar de su crueldad y horror, mucho más honesto y cercano al mundo real. Berberian Sound Studio: La inquisición del sonido es un thriller psicológico que en su juego metatextual rinde homenaje al diseño de sonido, la sincronización de éste con la imagen y su importancia para involucrar a los espectadores. También es un homenaje al género ‘giallo’ aquel lleno de sadismo, violencia sexual, sangre y horror explícito cuyos máximos exponentes son los italianos Mario Bava y Dario Argento. Y por último es una obra con guiños al Club Silencio de Mullholand Drive de David Lynch y a la fragmentación explícita del filme empleada por Ingmar Bergman en Persona.
*Minireseña escrita durante la 55 Muestra Internacional de la Cineteca Nacional
LFG (@luisfer_crimi)
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