Escucha el soundtrack de Birdman
Además de abrir con el poema Late Fragment de Raymod Carver, la primera vez que vemos a Riggan Thomson (Michael Keaton), protagonista de Birdman (2014), es de espaldas, semidesnudo y levitando en posición de loto al interior de un deteriorado camerino de un teatro de Broadway. Tema y tono que permean el quinto largometraje de Alejandro González Iñárritu están dados desde un principio: un actor, que busca el reconocimiento y la validación de los demás, se encuentra en estado meditativo en medio de una pocilga. De lo trascendental a lo ridículo; de la preocupación existencial a lo absurdo; esos son los matices que ejecuta Keaton a lo largo del filme. Riggan, un famoso actor de cine que interpretó a un superhéroe conocido como “Birdman” a principios de los noventa, se empeña –debido a su ingenuidad e ignorancia (de ahí la otra parte del título del filme)– en llevar al teatro What We Talk About When We Talk About Love, obra de Raymond Carver. En el trayecto debe lidiar con un actor que sufre un accidente durante los ensayos y amenaza con demandarlo (Jeremy Shamos), un prepotente y engreído actor que lo sustituye (Edward Norton), una actriz que sueña con debutar en Broadway (Naomi Watts), un obstinado productor (Zach Galifianakis) y una hija en rehabilitación (Emma Stone). No obstante, la mayor amenaza es representada por su ego, una voz interna que le recuerda lo absurdo y cruel que es el mundo y la necesidad de recuperar las glorias pasadas. La fotografía de Emmanuel Lubezki, quien crea un largo plano secuencia –una atmósfera de continuidad que recuerda el trabajo de Tilman Büttner en El arca rusa (2002) de Aleksandr Sokurov–, se combina con los constantes ritmos de batería de Antonio Sánchez para transitar, fluir y flotar por los espacios que recorre Riggan, pero también por su cabeza escuchando a cada momento esa voz interna que le dicta lo que debe hacer. El deseo de ser reconocido lleva a un hombre miserable a ejecutar un acto de destrucción que desvanece los límites de la realidad con la ficción. Desde la comedia, un género en el que Iñárritu no había incursionado, Birdman cuestiona nuestra necesidad, desde la trinchera que nos corresponde o a la que aspiramos pertenecer, de ser reconocidos, identificados y celebrados por los otros. Además, el filme es un comentario crítico sobre la construcción de la ilusión manifestada en la realidad virtual y en la artificialidad; un cuestionamiento sobre cómo imágenes insignificantes (videos virales) adquieren únicamente valor por ser visibles, y de cómo el ser humano, en la actualidad, prefiere experimentar el mundo mediante los dispositivos móviles, mediante las pantallas, eligiendo el mundo de las apariencias por encima de la cotidiana realidad.
LFG (@luisfer_crimi)
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