Buenos Vecinos de Nicholas Stoller (Forgetting Sarah Marshall, 2008), explota un tema constante en las comedias de Estados Unidos: la difícil transición de los treintañeros para dejar atrás la inmadurez y asumir las responsabilidades de los adultos. Mac (Seth Rogen) y Kelly (Rose Byrne), conforman un matrimonio feliz y equilibrado de clase media. Ambos tiene 30 años y son papás primerizos. La nueva faceta como padres los obliga a ir dejando atrás las fiestas y salidas con los amigos. La rutina y las nuevas responsabilidades de adultos no logran hacer mella en el buen humor de la pareja. Pero la alegría durará poco desde el momento en que descubren que tienen como vecinos a una fraternidad de estudiantes liderada por Teddy Sanders (Zac Efron) y Pete (Dave Franco), y cuya principal filosofía es el placer –el sexo, las drogas-, y en donde la música suena a todas horas y hasta altas horas de la madrugada. La amenaza que representan los nuevos residentes, empuja a la pareja a intentar fraternizar con los jóvenes, ingeniando los más variados planes para hacer que clausuren la casa de los muchachos.
La cinta cumple con todos los requisitos del género. Y aunque garantiza carcajadas, esta comedia adolece de algo que ha comenzado a afectar a estos blockbusters (Knocked Up, 2007; This is the End, 2013; The Internship, 2013); las tramas tienden a parecerse entre sí; tanto, que la única variante quizá sean los escenarios, porque los actores también son aquellos que aparecen en casi todas las cintas de esta especie en Estados Unidos. El estancamiento en el género aflige también a su protagonista, Seth Rogen, instalado en su repetitivo papel de adolescente atrapado en el cuerpo de un adulto. Un papel tan explotado por el actor que ha perdido espontaneidad y frescura. Acercándose peligrosamente al eterno chavo ruco que es Adam Sandler.
VSM (@SofiaSanmarin)
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