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Lo primero que salta en Canícula es la capacidad de la gente que muestra –totonacas de Zapotal Santa Cruz, Veracruz– para ser autosuficientes. Cada elemento corresponde perfectamente con otro. Los hombres que han aprendido a “volar” cerca de los dioses, con las mujeres alfareras que dominan la tierra. Los pies de los habitantes embonan como refinados mecanismos con el suelo que pisan para sostenerse mientras el resto de sus cuerpos oscila al frotar la masa de harina o la mezcla de tierra que devendrá vasijas. En Canícula, este panorama cotidiano es atravesado por el rito de iniciación de los voladores de Papantla, en el que niños, guiados por un maestro, aprenden el vertiginoso arte de acercarse a los dioses sin redes de seguridad.
El mexicano Jose Álvarez, realizador también del documental Flores en el desierto (2009), ganó con este trabajo el Premio FIPRESCI del XIV Festival Internacional de Cine Documental de Tesalónica, Grecia; y el Premio SIGNIS del Cinélatino, 24èmes Rencontres de Toulouse, Francia, entre otros.
SOR (@SofOchoa)