Después de la batalla de Nueva York, la destrucción de Sokovia, los atentados en Lagos y otras numerosas catástrofes indirectamente causadas por los Vengadores, el Consejo de Seguridad de Estados Unidos –comandado por el Secretario de Estado, Thaddeus Ross (William Hurt)– decide presentar el Acuerdo de Sokovia, un documento redactado por la ONU para ejercer control sobre los superhéroes y que éstos se apeguen a un marco legal donde el máximo organismo de seguridad será el encargado de decidir cuándo y cómo pueden intervenir los Vengadores en los conflictos armados. Mientras Tony Stark (Robert Downey Jr.), cansado de la guerra, respalda el documento, Steve Rogers (Chris Evans) se opone a la medida. Esto provoca que el resto de los integrantes del grupo –incluyendo a Scarlet Witch (Elizabeth Olsen), Falcon (Anthony Mackie), Hawkeye (Jeremy Renner), War Machine (Don Cheadle), Black Widow (Scarlett Johansson) y Vision (Paul Bettany)– decidan a quién unirse: ¿Iron Man o Capitán América? Mientras aumentan las tensiones al interior de los Vengadores, un misterioso exsoldado, Helmut Zemo (Daniel Brühl), busca desentrañar una red de secretos encubiertos durante la operación de 1991 asociados al Soldado de Invierno (Sebastian Stan).
Si bien es cierto que los combates, las persecuciones y las explosiones tienen un lugar preponderante en este filme, existen guiños sutiles y básicos, poco profundos, pero sugestivos, respecto a la política internacional. Los hermanos Anthony y Joe Russo (Capitán América y el Soldado de Invierno, 2014) ponen sobre el terreno de juego un par de atractivas discusiones alrededor de cómo resolver los conflictos internacionales desde el contraste que existe entre el totalitarismo y el liberalismo. Los dos protagonistas del filme, tanto Iron Man como el Capitán América, se ven obligados a hacer una revisión de sus ideales con el objetivo de no perjudicar al grupo que han conformado. El multimillonario Tony Stark, que en el pasado era un entusiasta de las empresas privadas y prefería mantenerse alejado del gobierno, opta por el marco legal (aquel que ofrece las normas y condiciones determinantes para el actuar de los superhéroes). Por su parte, Steve Rogers –aquel soldado que fue creado por el gobierno de Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial– prefiere la perspectiva histórica (aquella que mediante la observación y conocimiento de los sucesos históricos del pasado determina los modos de comportamiento de las sociedades actuales). Los directores navegan con mucho éxito por las convenciones del género de acción; las coreografías de los combates insertas en extensas persecuciones y frenéticas secuencias son acompañadas por el virtuosismo de los efectos visuales elaborados por el equipo que encabeza Ian Abbott (Ex Machina, 2015; Spectre, 2015). A pesar de la vocación, a veces exagerada, por parte de Marvel para esbozar personajes que sólo son motivados por la culpa, el sacrificio y la venganza, el filme posee ocurrentes pinceladas de humor ligero y enérgico encauzadas de manera irónica por Ant-Man (Paul Rudd) y de forma carismática por un joven Spider-Man (Tom Holland), cuya primera aparición en este universo es pertinente y notable. Además, los Russo se toman la libertad de recurrir a algunos elementos del thriller político y del relato de espías –que exploraron satisfactoriamente en el filme anterior de Capitán América– para crear una serie de pautas que rompen con el exacerbado despliegue de espectacularidad visual y otorgan instantes de intriga necesarios para el desarrollo del relato.
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Fecha de estreno en México: 29 de abril, 2016.