Después de la repentina desaparición de su esposo, Sofía (Rosalba García) entra en una etapa de profunda depresión. La soledad y el hastío también invaden recurrentemente a la joven mujer. Un día, ella decide abandonar la Ciudad de México para dirigirse hacia Xilitla, un pueblo mágico ubicado en las zonas más altas de la huasteca potosina. Ahí conoce a Ricardo (José Carriedo), el propietario de un apacible hotel llamado Casa Caracol; después de varios días de tranquilidad, Sofía entabla una relación de amistad y atracción con Nico (Ianis Guerrero), uno de los trabajadores del hotel que desea ahorrar suficiente dinero para marcharse a Estados Unidos en busca de una mejor calidad de vida. Sin embargo, el aparente paraíso revela su hostilidad para sumergir a la joven en una ola de agresión, violencia y fatalidad.
En Casa caracol (2017), su primer largometraje de ficción, el realizador franco-mexicano, Jean-Marc Rousseau Ruiz, retoma los pasos de sus dos primeros trabajos fílmicos –los cortometrajes Beyond the Mexique Bay (2008) y Sable (2013)– para darle continuidad a la exploración de los vínculos entre la geografía y la soledad. El espacio es un elemento fundamental en el filme; los lugares –el clima, la naturaleza y los elementos arquitectónicos– son testigos y, al mismo tiempo, agentes que afectan directamente los estados de ánimo de la protagonista, quien no se siente satisfecha y anhela buscar otros horizontes, pero sigue sujeta a sus indecisiones y dudas, como si estuviera flotando en el vacío, en una especie de “no-lugar”. Sofía es el anclaje del relato; con un prolífico uso de planos dorsales y close-ups, seguimos sus pasos, sus lágrimas, sus deseos y sus dudas; el espectador descubre sus temores y miedos que están resguardados en una región aparentemente idílica y paradisiaca. A pesar del tono costumbrista del relato –reafirmado con el constante uso de una cámara tambaleante y una serie de actuaciones espontáneas y bien encausadas–, el director hace un uso excesivo de la música extradiegética para evocar una atmósfera sonora nostálgica que, en la mayoría de las ocasiones, no se ajusta con precisión a la sensación de hartazgo y peligro que vive Sofía.