“Hace miles de años, el Ángel Raziel mezcló su sangre con la de los hombres y creó la raza de los Nephilim. Híbridos de ángel y humano, caminan entre nosotros, sin ser vistos, pero siempre presentes, nuestros invisibles protectores. Ellos se llaman a sí mismos Cazadores de Sombras.", esta cita del primer libro de la saga de la escritora estadounidense, Cassandra Clare, nos introduce al mundo de Los Cazadores de Sombras, que Clary (Lily Collins), que ha vivido 16 años de su vida como una chica normal y corriente, descubrirá cuando presencie cómo tres jóvenes matan a otro en una discoteca. Es allí donde ella descubrirá que en realidad esos chicos, Jace (Jamie Campbell Bower), Isabelle (Jemima West) y Alec (Kevin Zegers) son Cazadores de Sombras y a los que se unirá para encontrar a su madre, luego de que esta desaparece, todo en una lucha contra seres demoníacos, vampiros, hombres lobo, brujas y más, pertenecientes a un mundo que no recuerda pero que, sin embargo, siempre ha podido ver.
Los Cazadores de Sombras se trata de otra franquicia de adaptaciones literarias que busca subsanar el hueco dejado por los incipientes vampiros de Stephenie Meyer, sin embargo, la película de Harald Zwart (The Karate Kid, 2010) es tan absurda que incluso hace que Crepúsculo (2008) resulte entrañable. El fime es presentado bajo un tono oscuro y un nivel de acción apropiado para el género, sin embargo carece de solidez dramática y de estabilidad rítmica, que en pantalla se traduce en exceso de información expuesta de manera desordenada. Pese a que el trabajo de puesta en escena es de una buena manufactura, la cinta tropieza una y otra vez en su ensamblaje. Una trama confusa no ayuda a una película, sobretodo si la historia de fondo es tan simple como una novela fantástica para adolescentes construida a partir de triángulos amorosos, incesto y traiciones.
JAR (@franzkie_)