Un destacado y comprometido médico llamado Louis (Jason Clarke), su esposa Rachel (Amy Seimetz) y sus dos hijos, Ellie (Jeté Laurence) y Gage (Lucas Lavoie), deciden huir de la frenética vida de Boston para mudarse al tranquilo y aislado poblado de Ludlow en Maine. Al poco tiempo de instalarse en casa, la familia descubre que en su nueva y extensa propiedad hay un cementerio para mascotas. Uno de sus vecinos y residente por varios años de Ludlow, Jud Crandall (John Lithgow), advierte que algunas zonas no deben ser exploradas, pero cuando la trágica muerte del gato Church afecta a la familia, principalmente a la pequeña Ellie, Louis y Jud aprovechan el poder sobrenatural de la leyenda urbana del cementerio que le permitirá al animal volver al mundo de los vivos, aunque lleno de instintos salvajes y malévolos.
Treinta años después de la primera versión de Pet Sematary (1989), basado en la novela de Stephen King, llega Cementerio maldito (1989), codirigido por Kevin Kölsch y Dennis Widmyer, una nueva adaptación que toma algunas libertades creativas con el material de origen para poder trabajar sobre algunos de los tropos del horror folclórico -un subgénero con mucha mayor tradición y desarrollo en Europa, particularmente en territorio británico-. El dúo de directores identifica que Estados Unidos tiene tantos mitos y leyendas como cualquier país europeo, pero al igual que con la cultura nativa americana en general, se han borrado en gran parte o su representación cinematográfica ha sido escasa. El aspecto más intrigante de la adaptación de Kölsch y Widmyer es la forma en que aprovechan el folclore de Nueva Inglaterra, y hasta se hace referencia al mítico Wendigo de manera sorpresiva. Desde el principio, los niños de la aldea, ataviados con espeluznantes máscaras de animales, llevan a cabo una procesión fúnebre dedicada a una mascota fallecida; la breve escena capturada por el pertinaz ojo del cinefotógrafo Laurie Rose (Kill List, 2011; High Rise, 2015) recuerda algunas perturbadoras imágenes de The Blood on Satan's Claw (1971) y funciona para establecer una atmósfera inquietante y enigmática. Lo desafortunado de esta película es que definitivamente se prepara el escenario, gracias a la fotografía y el diseño de sonido envolvente, pero no ofrece una historia suficientemente convincente. El problema de adaptar las novelas de King para la pantalla es que son tan densas que puede ser difícil condensar sus cuentos en dos horas seguidas. En el caso de Cementerio maldito hay subtramas que podrían haberse eliminado fácilmente sin restar valor a la historia general. Por ejemplo, los flashbacks de Rachel (sobre la muerte de su hermana enferma) y las visiones de Louis (sobre el estudiante universitario que murió durante una cirugía) agregan nula o poca textura a la narrativa. A la inversa, Kölsch y Widmyer no le dedican suficiente tiempo a Louis, inicialmente un devoto intransigente de la ciencia y la racionalidad, luchando con las creencias sobrenaturales que Jud le ha presentado. Cuando la tragedia central golpea a la familia, se produce una elipsis de una semana, negándonos a ver las escenas clave de las dudas de Louis y el proceso que transita para llegar a la contundente decisión que finalmente toma.
Fecha de estreno en México: 5 de abril, 2019.