Después de una dolorosa decepción amorosa, Anastasia Steele (Dakota Johnson) trata de sumergirse en su trabajo como asistente en una prestigiosa editorial de Seattle con la esperanza de olvidar al atractivo y multimillonario Christian Grey (Jamie Dornan), pero sus intentos son inútiles. Él no puede prescindir de ella; la busca, le insiste que ha cambiado y la convence de llegar a un nuevo acuerdo en el que no habrá castigos ni secretos entre ellos. A pesar de la reconciliación y el deseo de mantener una relación normal, el oscuro pasado de Christian –incluyendo sus miedos y traumas de infancia, así como el enigmático vínculo que tiene con Elena Lincoln (Kim Basinger)– continúa persiguiendo a la pareja.
Inspirado en la segunda entrega de la trilogía escrita por E.L. James, Cincuenta sombras más oscuras (Fifty Shades Darker, 2017) comienza con una turbia pesadilla de Christian Grey; las imágenes ilustran brevemente la manera en que un pasado oscuro condiciona el presente. Sin embargo, el cineasta neoyorquino, James Foley (Perfect Stranger, 2007), desaprovecha la oportunidad de crear un sombrío thriller psicológico y, quizá por la convicción o necesidad de respetar el tono de la novela y del filme anterior, opta por confeccionar un insignificante melodrama romántico con momentos de erotismo perezoso y tibio. El filme alude a temas severos –el abuso sexual, el abuso infantil, el acoso laboral, la dependencia emocional– que pueden darle interés o profundidad a cualquier relato, pero éstos rápidamente son desechados para continuar con la infame y grotesca reinterpretación del clásico cuento de hadas que se empeña en mostrar la humillante devoción hacia Grey, así como la representación de un hombre que sólo es definido por su hábito de dominación. Ni la mujer bella y virtuosa, ni su sádico príncipe azul son capaces de exhibir miedos, inseguridades y emociones reales. En última instancia, Cincuenta sombras más oscuras es una oportunidad perdida; carece de momentos emotivos, está plagado de giros inexplicables y resoluciones inverosímiles, y ni siquiera hay un punto cumbre de tensión que capture al espectador, sólo es un fastidioso puente que conecta con el capítulo final, Cincuenta sombras liberadas.
Fecha de estreno en México: 10 de febrero, 2017.