Con dos hijos, Manon (Cassiopée Mayance) y Laure (Mélanie Leray), y diez años de matrimonio, la relación del escritor Paul Anderen (Benoît Magimel) y Sarah (Audrey Tautou) no marcha del todo bien. Tras una discusión durante el desayuno, Sarah desaparece sin avisar ni dejar rastro alguno. Paul enfrenta el abandono de su esposa durante un largo año, y para dejar todos las fantasmas e inseguridades que posiblemente ahuyentaron a su mujer, el escritor decide trasladarse con sus hijos a Saint-Malo, pueblo en el que vivió su infancia y creció. Paul anhela un nuevo comienzo, pero adquiere nuevas responsabilidades que le dificultan la relación con los niños, quienes también extrañan a mamá. Solitario y abatido, Paul deberá afrontar sus ansiedades, frustraciones, recuerdos y culpas ante la desaparición de su esposa.
En su segundo largometraje Jalil Lespert (24 mesures, 2007) refleja la ruptura familiar a partir de la inexplicable desaparición de uno de sus integrantes. Benoît Magimel –como el atormentado padre–, Cassiopée Mayance y Mélanie Leray –como los hijos abandonados– ofrecen sólidas y convincentes actuaciones; el primero, como el inquieto hombre que cree tener la culpa de la desgracia que les ha ocurrido, y los otros dos, como testigos de la aflicción paterna que deben acostumbrarse a un nuevo hogar (la costa de Saint-Malo en lugar de París) intentando recuperar el brío infantil. A pesar de ello, Lespert se ensaña con su personaje rodeándolo de situaciones donde él parece el culpable de todo sin ofrecer una explicación. La nueva labor de Paul (como profesor de manejo) eviencia un ritmo repetitvo donde conoce a muchos personajes que avivan su desesperación y, al mismo tiempo, lo acompañan en el camino que parece no tener una luz hacia el final.
LFG (@luisfer_crimi)
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