Margit (Björk) es una joven aparentemente despreocupada que comienza a sentirse afligida cuando su madre (Guðrún Gísladóttir) es acusada por practicar brujería y posteriormente condenada a muerte. La mujer es enterrada bajo el enebro, una planta de abundantes ramas y hojas que se caracteriza por el agradable aroma que desprende. Intentando seguir su existencia, aunque con el miedo a ser catalogada de bruja, la joven abandona el área junto con su hermana mayor Katla (Bryndis Petra Bragadóttir). Con el deseo de llevar una vida mejor para ambas, Katla intenta establecer un nuevo refugio al mismo tiempo que comienza una relación romántica con un granjero distante llamado Jóhann (Valdimar Örn Flygenring). El granjero tiene un hijo pequeño, Jónas (Geirlaug Sunna Þormar), que a pesar de las fricciones iniciales se hace amigo íntimo de Margit. A medida que se desarrolla la historia, el relato adquiere una cualidad de otro mundo en el que los eventos se desarrollan en un estado de ensueño con diálogos dispersos y un énfasis en la emoción evocadora de las imágenes.
Inspirada en un relato macabro de los hermanos Grimm, The Juniper Tree (1990) es una reinterpretación moderna que aporta una perspectiva feminista que cuestiona las dinámicas de la violencia, los órdenes morales caducos y la misoginia del contexto medieval que se prolongó en los siglos posteriores. Aunque es más conocida por ser el debut en pantalla grande de la compositora y cantante islandesa, Björk, la película es una obra experimental, hipnótica y surrealista que explora las implicaciones metafóricas de la brujería. La directora y guionista Nietzchka Keene -que cuenta con una amplia experiencia en estudios islandeses antiguos- opta por no hacer una declaración explícita sobre la brujería, evidenciando un interés primordial en crear un mundo de cuento de hadas y una atmósfera de melancólica soledad que captura contundentemente en una fotografía en blanco y negro que guiña constantemente con simbolismos cristianos y mitos paganos en un juego monocromático severo que hace recordar a Ingmar Bergman y Carl Dreyer. La austeridad del filme se encuentra en la narración, extremadamente esporádica; en los paisajes, a través de un ambiente isleño refinado; en la fotografía, con ese blanco y negro que también se percibe como la búsqueda de la atemporalidad, y por supuesto en el contenido, con esta narrativa mínima ambientada en la Edad Media nórdica. La dimensión cruel del cuento se hace patente en primera instancia, con la macabra imagen de un cuerpo flotando en un pequeño estanque con las manos atadas a la espalda, mientras el personaje de Björk y su hermana mayor huyen tras el juicio de su madre. Pero se encontrará constantemente equilibrada por otra dimensión, misteriosa y poética, en las historias infantiles que la niña canta en voz baja, a lo largo del relato, en las laderas cubiertas de hierba de los sombríos, oníricos y ensoñadores paisajes.
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