Durante una reunión familiar, el más pequeño de tres hermanos, Rafis (Francisco de la Reguera), le propone matrimonio a su novia (Esmeralda Pimentel) y aprovecha para anunciar que se mudará a Puebla para trabajar como investigador en un instituto de Astrofísica. Entre bromas y burlas, sus hermanos –Chico (Erick Elías) y Carlota (Cecilia Suárez)–, le desean lo mejor; y los más felices con la noticia son Manuel (Fernando Luján) y Adelina (Carmen Maura), los padres, quienes, ahora jubilados y después de varios años de casados y múltiples esfuerzos por sacar adelante a sus hijos, están dispuestos a disfrutar su casa e invertir energía, tiempo y dinero en ellos mismos. Los nuevos planes del experimentado matrimonio se ven arruinados cuando Carlota –que atraviesa una crisis matrimonial– y Chico –en bancarrota y deudas económicas– deciden volver a la casa de sus padres para pasar unos días ahí. La tranquilidad y el sosiego rápidamente se transforman en desbarajuste y alboroto, obligando a Manuel y Adelina a tomar drásticas decisiones para, con indirectas y sutilezas, ahuyentar a los hijos.

El investigador y cineasta mexicano, Hugo Lara Chávez, alude directamente al título de Cuando los hijos se van (1941) –en el que los padres lloran la partida de sus hijos– para darle un giro a la atmósfera melodramática de aquel filme de Juan Bustillo Oro y confeccionar una comedia de situaciones, liviana y versátil que, al abordar las complicaciones, los miedos y las inseguridades de los personajes secundarios (los hijos) poco a poco pierde el foco inicial (los padres) para convertirse en una insistente fábula moralina que busca transmitir una enseñanza sobre la importancia y el valor de la familia. A pesar de elaborar un retrato caricaturesco y exagerado de algunos de los personajes –la novia de Chico, interpretada por Irene Azuela, por ejemplo–, varias secuencias del filme logran representar, de manera verosímil y certera, las dinámicas familiares, en particular, las pequeñas rencillas y discusiones que mantienen los tres hermanos, así como el enojo del padre –un magnífico Fernando Luján– y el carácter comprensivo y cariñoso de la madre –una estupenda Carmen Maura–. Sin embargo, la acumulación de estas anécdotas genera una especie de exasperación debido a que el relato no avanza hacia ningún lado. Las trabas devienen cada vez más exageradas y las soluciones, a veces, traicionan la propia naturaleza de los personajes. Incluso, el guion introduce una serie de mecanismos para resolver la acumulación de los conflictos personales y familiares. Una de estas estrategias proviene de las múltiples referencias a las estrellas que habitan el universo, las cuales están conectadas, de una manera un tanto cursi, al personaje de Rafis y su trayecto para alcanzar la madurez. De esta manera, los cambios de actitud y las transformaciones de mentalidad de los hijos provienen, más allá de un auténtico crecimiento intelectual y emocional, de falsas epifanías y momentos de iluminación anómalos. 

Fecha de estreno en México: 21 de diciembre, 2017.

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