Durante la coronación de Horus (Nikolaj Coster-Waldau), el poderoso hijo de Osiris (Bryan Brown), el dios Set (Gerard Butler) se presenta reclamando el trono. Después de asesinar a Osiris frente a la mirada atónita de dioses y mortales, Set se enfrenta a su sobrino Horus y, tras vencerlo, le arranca los ojos. Ciego y debilitado, Horus se exilia del mundo durante años, dejando al pueblo de Egipto a merced de Set. Es entonces cuando Bek (Brenton Thwaites), un joven y hábil ladrón, y su novia Zaya (Courtney Eaton) arman un ingenioso plan para entrar a la bóveda de Set y recuperar los ojos de Horus.
Más allá de la controversia que se generó alrededor de su elenco predominantemente blanco, Dioses de Egipto es una de esas películas que tiene mucho de todo: una tonalidad dorada demasiado brillante, uso excesivo de las imágenes generadas por computadora, bromas que, de tanto usarlas, pierden la gracia; es, en resumen, un filme que te hace pensar que está intentando demasiado ser agradable. Atorada en algún lugar entre la épica y un videojuego, todo en la película de Alex Proyas (I, Robot, 2004) parece poco convincente, desde los efectos especiales hasta los diálogos en los que te toma algunos segundos darte cuenta que están intentando ser graciosos. Ni siquiera Bek, cuya mayor virtud parece ser que no cree en los dioses a pesar de que convive con ellos todos los días, es un personaje que valga la pena recordar, pues su personalidad insolente que pretende darle un aire de rebeldía solo lo hace parecer inmaduro.
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Fecha de estreno en México: 26 de febrero, 2016.