Stephen Strange (Benedict Cumberbatch) es un reconocido neurocirujano que, a pesar de su arrogancia, utiliza su mente brillante para hacer de la mejor manera su trabajo y salvar vidas. Una noche, durante un viaje, el automóvil de Stephen se desvía y cae en un acantilado. Al despertar, el neurocirujano se percata de que ya no puede usar sus manos y, por lo tanto, ve su carrera truncada. Cuando la medicina tradicional se muestra incapaz de curarlo, Strange se ve obligado a buscar tratamiento en un lugar inesperado: un enclave misterioso conocido como Kamar-Taj. Ahí, el protagonista comienza un viaje espiritual, bajo la tutela de La Ancestral (Tilda Swinton), que lo lleva a tener pleno dominio de las artes místicas para curar heridas, pero pronto descubre la existencia de otro sanador, Kaecilius (Mads Mikkelsen), que ha seguido el lado de la oscuridad.
Después de los acontecimientos de Captain America: Civil War (2016) el universo cinematográfico de Marvel entró en su fase tres para ejercer un cambio de rumbo en comparación con los capítulos anteriores. Scott Derrickson –un realizador mucho más acostumbrado al género de terror– le impregna a Doctor Strange: Hechicero supremo (2016) un aura mucho más adulta y menos infantil, y aunque siguen presentes las pinceladas de humor ingenuo que caracterizan a Marvel, el filme se destaca por enfocarse en el carácter interno del personaje principal. Los orígenes del superhéroe son trazados de manera elocuente; la racionalidad y la ciencia son las verdaderas razones de vivir de Strange, cuando su existencia es puesta en riesgo al borde de la muerte, él se acerca a la filosofía y la espiritualidad para conjugar ambas esferas y convertirse en un ser casi místico capaz de dominar el multiverso y la dimensión espacio-tiempo. Sin pedantería, Derrickson alude visual y conceptualmente a extraordinarias obras de la ciencia ficción, incluyendo 2001: A Space Odyssey (1968), The Matrix (1999) e Inception (2010), mientras que el camino, crecimiento y transformación del personaje hace recordar los tres estadios (estético, ético y religioso) del filósofo danés, Sören Kierkegaard. Una vez más, los efectos especiales sorprenden y aturden, pero, a diferencia de los anteriores filmes de Marvel, en Doctor Strange no se necesita recurrir a la destrucción forzada de ciudades o países enteros, incluso, muchos de los trucos visuales son dignas reconstrucciones de las ilusiones ópticas de M.C. Escher. Cumberbatch entrega toda la humanidad y la desesperación inherente a su personaje, mientras que Mikkelsen es desperdiciado al interpretar a un villano cuyas motivaciones son superficiales y no tratadas con profundidad. Pero mención especial para Tilda Swinton, víctima de polémicas estériles por ser la encargada de darle vida a un personaje oriental, quien ofrece una serenidad increíble y reconfortante.
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Fecha de estreno en México: 28 de octubre, 2016.