Detrás de cámaras de Einsenstein en Guanajuato
Einsenstein y el difícil camino por América
Eisenstein en Guanajuato o Einsenstein se revela sexualmente o los 10 días que sacudieron a Einsenstein, se vende como la anécdota sobre los 10 días que pasó el director soviético, Sergei Einsenstein, en Guanajuato, intentando filmar ¡Que viva México!, pero se entiende mejor si se le ve como la historia de un extranjero reprimido y extravagante que, sintiéndose cómodo y seducido por los usos y costumbres mexicanos, encuentra la atmósfera ideal para, a sus 33 años, abrirse a su guía, un profesor mestizo, y terminar aceptando físicamente su homosexualidad. Peter Greenaway crea una historia de amor, pasión y seducción entre dos hombres, pero también entre un hombre y un país. México lo acoge con los brazos abiertos y todas las comodidades dispuestas, tal como un país malinchista abraza a los europeos. Como acostumbra, el director mecla formatos, pietaje original de Eisenstein con pietaje elaborado con la intención de verse viejo, con filmación en Guanajuato, que es la prevalece a lo largo del filme. La ambientación de los años treinta está dada por el vestuario y las locaciones, los hermosos edificios coloniales guanajuatenses, pero cuando hay tomas abiertas de la ciudad, no se molesta en borrar los rastros de la modernidad, los cableados, los letreros de las tiendas, los tinacos. La película es tan desordenada –en sus aspiraciones, en su factura– que es difícil saber si esto fue una estrategia o solo falta de presupuesto o interés.
Minicrítica realizada durante la 59 Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional