Durante los últimos años de su corta vida, a fines de la segunda década del siglo XIX, John Keats (Whishaw), brillante poeta del romanticismo inglés, escribió la obra que lo encumbró para la posteridad, padeció los achaques de la enfermedad que precozmente lo devoró y experimentó de manera tan rotunda como fugaz el amor, fruto de su reprimida relación con Fanny Brawn (Cornish), una bella, astuta y talentosa confeccionadora de ropa. Los celos en ambos sentidos de la pareja creativa de Keats, Brown (Schneider), su precariedad económica, los condicionamientos sociales de la época, el impetuoso desarrollo de su propio arte y la extinción de su vida se interpusieron fatalmente en la consumación de su romance.
Sin trasladar del todo el poder que evoca la poesía de Keats a la pantalla, salvo en un puñado de líricas secuencias de gran belleza y el bucólico retrato de los paisajes de Hampstead, pero con el oficio artístico, la atención por el detalle y el sensible gusto que caracterizó la primera etapa de su filmografía, Jane Campion (El piano, 1993) se ha distanciado con galanura de lo anquilosadas que suelen ser la cintas de época inglesas (como las adaptaciones de Jane Austen o Merchant-Ivory) y ha vuelto a encarrilar una carrera que inició auspiciosa y prosiguió ominosa.
AFD