Amante del arte, rutinario, viejo, endeudado y solitario; así se presenta en la introducción a Olavi (Heikki Nousiainen), un comerciante de arte que está a punto de retirarse, pero su entrega por lo que hace no le permite dejar el negocio a pesar de la crisis que viven algunas galerías de arte en la actualidad. Anteponiendo su pasión sobre cualquier otra cosa (incluso su familia), Olavi se encuentra desesperado y busca hacer un último trato -título internacional de la película, One Last Deal- que lo haga salir de la bancarrota (o mejor dicho, no entrar en ella). Cuando todo parece estar perdido, aparece Otto (Amos Brotherus) en escena, el nieto que Olavi no ha visto en años y que necesita que le firmen cartas mensuales de buen desempeño laboral y ético tras haber cometido un acto ilícito. En una subasta, una vieja pintura llama la atención de Olavi, pues sospecha que vale mucho más que su precio inicial. Lo curioso de ésta es que no está firmada por ningún artista. Olavi sigue su instinto y emprende una investigación junto con su nieto para resolver el misterio del artista anónimo. Cuando por fin encuentran que la pintura es de Ilya Repin, un aclamado pintor realista de finales del siglo XIX y principios del XX, la casa de subastas se torna en su contra sabiendo que la obra vale mucho más del precio pagado por Olavi.
Desde el inicio del filme podemos observar la intención del director Klaus Härö (Mother of Mine, 2005) de crear una sensación agridulce sobre el personaje. Por un lado, Härö representa -a través del protagonista- la perspectiva y forma de vida del amante o practicante de las artes; un ser que dedica tanto tiempo a su pasión, que en ocasiones olvida dar importancia a otros aspectos fundamentales de la vida, en este caso, la familia. Por otro lado, está la otra cara de la moneda de ver como las actitudes individualistas de Olavi han afectado de manera directa a su hija, que, a falta de una figura paterna, ha tomado decisiones equivocadas, como la elección del padre de Otto, quien entrelineas notamos que es un hombre ausente y con problemas de adicciones. De esta forma, el director logra transmitir empatía con el personaje principal, pero a la vez lo rechacemos. El artista anónimo es un exquisito viaje por el arte del siglo XVIII y XIX, un drama que crea tensión y muestra tintes sentimentalistas cuando hay que hacerlo. Destacan los trabajos de varias personas involucradas en el proyecto: desde el desarrollo de personajes en el guion de Anna Heinämaa; la formidable actuación de Heikki Nousiainen; las tonalidades frías empleadas por Tuomo Hutri y la forma en que logra adentrarnos en las locaciones y sentirnos en ellas, así como su notable forma de retratar las reacciones de los personajes; la música de Matti Bye que entrelaza a la perfección con las imágenes en pantalla, y culminando con una formidable toma fija en donde observamos una silla girar tras haber visto pasar de largo al protagonista caminando entre sus cajas de arte, silbando, y con un semblante alegre tras haber comprobado que se trata de un Repin, escuchamos un fuerte golpe al mismo tiempo que vemos cómo la silla deja de girar.
Fecha de estreno en México: 24 de mayo, 2019.
Consulta horarios en: Cinépolis, Cinemex, Cineteca Nacional