El 22 de julio de 2011, a las 15:25 horas, un coche bomba explotó en Oslo frente a los edificios gubernamentales. Menos de dos horas después, en la isla de Utøya, 500 jóvenes que participan en un campamento de verano organizado por el Partido Laborista, son fusilados por un extremista de derecha llamado Anders Breivik. 69 muertos, 110 severamente heridos y muchos con secuelas psicológicas difíciles de superar. El cineasta noruego, Erik Poppe, reconstruye la masacre en la isla de Utøya evitando cualquier tipo de didactismos y recurriendo a las estrategias del cine de horror -claro, sin ningún tipo de presencias sobrenaturales- en el que las víctimas son adolescentes inmersos en un bosque que huyen de un monstruo desquiciado y feroz. The Blair Witch Project (1999) podría ser un modelo obvio de imitación para el relato found footage, y aquí, en El atentado del siglo: Utoya (Utøya 22. Juli, 2018), la referencia funciona de manera magnífica. La cámara tambaleante, temerosa, insegura e incapaz de focalizar al villano imita cada uno de los movimientos y reacciones de los jóvenes.
Si bien es cierto que el director se centra en el drama de Kaja (Andrea Berntzen) y la desesperada búsqueda que emprende para hallar a su hermana Emile (Elli Rhiannon Müller) en medio del tiroteo como una pista narrativa para sostener el eje del relato, el punto de vista no es sólo el de ella. La perspectiva de los acontecimientos se desplaza, pasa de una víctima a otra. En lugar de ver quién está encuadrado, la cámara se oculta, luego se asoma con dificultad entre las ramas para ver si alguien se acerca y con frecuencia no sabe qué encuadrar, como si estuviera viviendo de primera mano la ansiedad. No es una película de metraje encontrado, pero es como si lo fuera. Los personajes no saben, no entienden, se preguntan qué está pasando -y nosotros con ellos-; su única certeza es, quizá, la proximidad con la muerte. Erik Poppe demuestra un gran dominio del medio cinematográfico y prefiere una dirección vertiginosa pero meticulosa, creando un filme inmersivo para forzar la identificación del espectador con los que están bajo el fuego de un enemigo desconocido. Ayudado por el hecho de que en la realidad pasó aproximadamente una hora entre el inicio de los disparos en la isla y la llegada de la policía, el director decide narrar su historia de ficción mediante la simulación en tiempo real. La película dura una hora y 30 minutos, y después de 20 minutos de introducción, la audiencia se sumerge a los 72 minutos de angustia en los que todos huyen, mueren y se esconden de los disparos que oyen. Apoyado por un prólogo de gran valor simbólico, El atentado del siglo: Utoya acumula tensión y drama minuto a minuto en una desafiante cacería que desemboca en una cruel masacre. La cara del enemigo, sabiamente, nunca se ve: es una amenaza invisible, tanto para las víctimas como para los espectadores, una decisión que hace que el verdugo sea aún más aterrador.
Fecha de estreno en México: 1 de marzo, 2019.
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