Ambientada en una crepuscular ciudad de Londres, Sophie (Ruby Barnhill), una insomne y niña precoz, merodea el orfanato en el que vive mientras los otros niños duermen. Ella explora los pasillos del recinto, se encarga de revisar el correo postal y lee su amado libro. A las altas horas de la noche, Sophie espía una enorme sombra que se avecina en la calle; al darse cuenta que la niña lo ha visto, el gigante BFG (Mark Rylance) secuestra a Sophie para llevársela muy lejos a la Tierra de los Gigantes. Ahí, la pequeña entabla una afable amistad con el gigante y se percata que él es un alma bondadosa dedicada a capturar bellos y cálidos sueños para compartirlos con los seres humanos, a pesar de vivir rodeado de otros gigantes violentos, agresivos y crueles.
Casi tres décadas después de su muerte, el prolífico escritor inglés, Roald Dahl, sigue siendo una inspiración recurrente en el mundo del cine. Tim Burton, Wes Anderson, Nicolas Roeg, Danny DeVito y Henry Selick son algunos de los notables realizadores que se han interesado en su universo fantástico. Ahora se adhiere a esta lista el veterano Steven Spielberg con Mi buen amigo gigante (2015), adaptación cinematográfica del libro infantil publicado en 1982, The BFG. El guión de Melissa Mathison se toma su tiempo para establecer la relación entre Sophie y su nuevo amigo, un personaje que ofrece el tipo de compañía que la niña nunca ha tenido: una figura protectora que funcione como brújula moral. En este sentido, el ganador del Oscar, Mark Rylance, a pesar del CGI, logra una sólida interpretación para brillar con genuina compasión resaltando en cada momento la decencia de su personaje. Y aunque el director estadounidense traduce la fábula de Dahl con respeto; la segunda parte del relato se percibe como una adaptación pálida. El poder de Disney y Spielberg –recurriendo a pomposos efectos visuales, al ojo cuidadoso y certero del cinefotógrafo polaco, Janusz Kaminski (Schindler's List, 1993) y la música manipuladora de John Williams (Star Wars, 1977)– simplemente se hacen cargo de destacar los buenos sentimientos, mostrándose renuentes a poner en peligro a la protagonista. El tratamiento de los conflictos y los dilemas es extremadamente plano, sin matices. Hay emoción mágica, pero muy poca tensión. Conociendo la calidad de Spielberg parece que el director ha decidido descansar un momento en los laureles y no empujar los límites del cine de aventura y fantasía como lo hizo hace varios ayeres en E.T. El extraterrestre (1982).
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Fecha de estreno en México: 12 de agosto, 2016.