Basada en una historial real que a su vez inspiró un libro homónimo, éxito de ventas, escrito por Todd Burpo y Vicente Lynn, El cielo sí existe se centra en el niño Colton Burpo (Connor Corum) de casi cuatro años, que tras superar una riesgosa cirugía de urgencia alega haber experimentado un viaje al cielo, donde conoce a Jesús montado en un hermoso caballo de varios colores, a su abuelo y a su hermana no nata. Greg Kinnear (Little Miss Sunshine, 2006) interpreta a Todd Burpo, el padre del niño, que además de ser bombero, se dedica a predicar la palabra de Dios en la iglesia de su comunidad, misma a la que cede la mayor parte de sus ganancias –lo que lo coloca en una constante lucha en contra de sus deudas-. En medio de sus problemas económicos, debe decidir cuánto cree en las visiones de su propio hijo antes de intentar sostener la historia frente a los escépticos.
El conocido guionista de cine, Randall Wallace (El hombre de la máscara de hierro, 1998), nominado al Oscar por su guión para la película Braveheart, 1995, como siempre ha hecho de manera abierta, apoya la balanza de su cuarta película como director y también guionista en los preceptos del cristianismo. Sin embargo, el discurso de la cinta –que debate las existencia o no de cierta imagen del cielo y que bien podría haberse tornado melodramáticamente dogmático– presenta una interesante veta al luchar contra el escepticismo de los propios creyentes, más que en apelar a la conversión de los no creyentes. El delicado trabajo de fotografía de Peter Suschitzky (Maléfica, 2014) apuesta por mostrar el esplendor de los paisajes de la provincia estadounidense (un pequeño poblado en Nebraska) y los inocentes rasgos del pequeño protagonista de la cinta que añade su relato al de miles de personas alrededor del mundo que afirman haber tenido una experiencia cercanas a la muerte o ECM (en inglés, Near-Death Experiences, NDEs) y en la que han podido estar momentáneamente en el que denominan es el cielo.
JAR (@franzkie_)