Video. Ve aquí nuestra entrevista con los directores y las actrices de 'El club de los insomnes'
Cuando llega la noche, Santiago (Leonardo Ortizgris) se acuesta en su cama con la intención de dormir. Sin embargo, el sueño recurrente -en el que aparece un portal de luz- lo despierta y le resulta imposible volver a conciliar el sueño. El hombre decide caminar a solas por la calle hasta llegar a una tienda de conveniencia que permanece abierta las 24 horas del día. Ahí, en medio de un amplio surtido de productos, se reúne con Dany (Cassandra Ciangherotti), una joven que se encarga del turno de la noche y que no esconde su afición por la fotografía. Entre bromas, anécdotas y juegos con sopas de letras, los insomnes acompañan el transitar de la noche. Al siguiente día la dinámica se repite, pero la velada no es la misma; Estela (Alejandra Ambrosi), una veterinaria que atraviesa una crisis existencial, entra al minisúper para comprar una fuerte de dosis de bebidas carbonatadas. Tanto Danny como Santiago perciben e intuyen que algo no anda bien con la mujer, y la invitan a convivir en su improvisado club.
La mayor parte de El club de los insomnes (2018) -primer largometraje de ficción de Joseduardo Giordano y Sergio Goyri Álvarez- se desarrolla en plena noche; una noche que remite a las licorerías abiertas, los restaurantes abiertos y los cafés nocturnos con pocos clientes que plasmó Edward Hopper en sus cuadros del “insomnio americano”. Pero a diferencia del pintor estadounidense, quien mostraba la paradójica cercanía de los cuerpos y la imposibilidad de la comunicación, los cineastas mexicanos le permiten al espectador ingresar al interior de la tienda para apreciar la camaradería y la calidez que existe entre los tres personajes. Fuera de la tienda y bajo la luz del día, conocemos las rutinas de aislamiento, soledad, fracaso, vacío y angustia que viven específicamente dos de ellos: Santiago, que tiene un bajo desempeño en su trabajo y atraviesa una crisis matrimonial con Andrea (Alexandra De La Mora), y Estela, que plantea la posibilidad de interrumpir su embarazo. A Dany únicamente la descubrimos al interior del minisúper, pero es suficiente para, a pesar de la imagen de chica ruda que quiere mostrar hacia los demás, descifrar su nobleza e ingenio, así como su anhelo de estudiar en una escuela de fotografía. Si bien es cierto que el insomnio está compuesto de frustración, pánico y la desesperación que se siente cuando el individuo se da cuenta del poco tiempo que le queda hasta la mañana y de que tendrá que pasar otro día con la mitad de energía, los directores y guionistas demuestran tener un control pleno sobre las dinámicas del insomnio porque, sin recurrir a estrategias didácticas, plantean las sutiles y claras diferencias entre los distintos tipos de este padecimiento al trazar de manera verosímil los problemas que atraviesan los personajes. Santiago y Estela lidian con sentimientos de desesperación e incertidumbre; es solo a través del crecimiento de su vínculo donde encuentran a un confidente con quien pueden compartir sus emociones descubriendo así que son capaces de combatir su soledad compartida. La relación se desarrolla gradualmente, permitiéndoles no solo crecer más cerca del otro a un ritmo natural, sino también mirar hacia adentro y descubrir más sobre sí mismos en el proceso. Tal vez no sean capaces de vencer por completo el insomnio penetrante que los aqueja, pero encuentran consuelo en la presencia del otro. Junto con el cinefotógrafo Iván Vilchis Ibarra (Fausto, 2017), Giordano y Goyri recurren a una paleta de colores orientada a tonos pálidos y deslavados, un tanto fríos y poco expresivos, para reflejar los estados emocionales de estas criaturas nocturnas. La cuidadosa composición de la imagen se basa en el manejo de las líneas rectas horizontales y verticales que definen claramente los espacios -el escenario principal, la tienda, construida y delimitada por los pasillos, los estantes y el orden de los productos-. En última instancia, El club de los insomnes se construye a partir de momentos cotidianos; se trata de un filme que recupera una de esas tantas noches en las que los clientes, perdidos en sus propios pensamientos, angustias y preocupaciones se congregan en un aparente “no-lugar” (espacio de tránsito, de flujo) para transformarlo en un refugio de convivencia social.
Fecha de estreno en México: 15 de junio, 2018.