Ve aquí nuestra entrevista de El crimen del cácaro Gumaro.
Don Toribio (Eduardo Manzano) es el responsable de manejar el cine conocido como “Linterna Mújica” en ciudad Güépez. Después de sufrir un accidente, sus dos hijos, Archimboldo (Alejandro Calva) y Gumaro (Carlos Corona), regresan al pueblo para la lectura del testamento. El presidente municipal de Güépez, Don Cuino (Andrés Bustamente), les indica que el primero recibirá la casa, mientras que el segundo se quedará con la sala de proyección. Gumaro busca reivindicar el espacio de proyección y devolverle su antigua gloria, pero su hermano –con la ayuda de la manipuladora Clauidianita (Ana de la Reguera)– emprende un negocio basado en la venta de películas piratas con la intención de alejar a la gente del antiguo cine.
Después de cuestionar dos maniobras escénicas en sus filmes anteriores –el circo en Conozca la cabeza de Juan Pérez (2008); la representación teatral, en Pastorela (2011)–, el realizador mexicano, Emilio Portes, reflexiona irónicamente sobre todos los elementos involucrados en el cine mexicano. Desde el título –que hace referencia a El crimen del padre Amaro (2002), uno de los éxitos taquilleros en la historia del cine nacional y que causó polémica por la postura de grupos católicos para prohibirla– se pone de manifiesto la intención de hacer una parodia sobre el cine mexicano. Ésta, no sólo es empleada para aludir directamente a películas y figuras de la cinematografía nacional –se hace referencia por igual a Luz silenciosa de Carlos Reygadas o a una película del Santo y Chabelo–, sino que también es la herramienta para señalar –brevemente, pero con mucho sentido del humor– las peculiaridades y mecanismos de la industria, las grandes cadenas de exhibición, las instituciones, los festivales, los jurados, los críticos, los actores, las celebridades y los comercios ilegales dedicados a la piratería.
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