Lee aquí nuestra Reseña de El hilo fantasma
Reynolds Woodcock (Daniel Day-Lewis) es un venerado diseñador de ropa británico, que vive y trabaja en el Londres de los cincuenta. En realidad es, se siente y se desenvuelve como un artista cuyas obsesiones son la belleza y el perfeccionismo, por lo que trabaja inagotablemente trazando bocetos, tomando medidas, cosiendo telas, dando órdenes a sus múltiples empleadas, creando sus propias obras de arte, en la batalla por mantenerse vigente en el despiadado mundo de la alta costura. Es un hombre que socializa poco y en su exclusivo mundo Cyril (Leslie Manville), su hermana, ocupa un rol primordial: es cabeza de su atelier, vocera para dar a conocer a sus amantes que las relaciones han terminado, compañera inseparable y, también, desempeña la función de figura materna; todo dentro de la misma hermosa casa georgiana que comparte con él. Reynolds, casi un sesentón, se asume (ostentoso) como un soltero incurable, incapaz de comprometerse a fondo con algo que no sean los fabulosos vestidos que diseña. Para tomar aire, siempre siguiendo los consejos de Cyril, en ocasiones se retira a su casa de fin de semana en la campiña inglesa. En una de esas escapadas, tomando el desayuno en el restaurante del hotel del pueblo, queda inmediatamente deslumbrado por el atractivo natural y la espontaneidad de la joven mesera, Alma (Vicky Krieps), una chica extranjera que se deja galantear por Reynolds y, pese a ciertos rasgos de timidez, no se siente intimidada por su porte, seguridad, y la madurez de quien siempre sabe exactamente lo que quiere. Esa misma noche, en su primera cita, Alma se convierte en musa, modelo y pareja; Reynolds descubre en la chica virtudes que ni ella se conocía. La velada termina con él confeccionándole un vestido, con la ayuda de Cyril, que intempestivamente (al menos para Alma) llegó para hacerle(s) compañía.
De inmediato Alma se muda a vivir con ellos a Londres y su primera sorpresa es que Reynolds le asigna una habitación contigua a la suya. Él no puede tener distracciones que alejen su mente de la misión fundamental de su vida que es pensar e ingeniar nuevas creaciones que sean incomparables, el epítome de la elegancia y la sofisticación. Sus clientes (millonarias excéntricas y personalidades de la realeza) es lo que esperan de sus obras. Alma no encaja del todo en las dinámicas de la casa, pero actúa como germen de inspiración para él y con eso va cumpliendo su cometido. Juntos trabajan mucho, dialogan, incluso llegan a reír, pero en realidad tienen poca oportunidad para compenetrarse como pareja. No tienen intimidad, o al menos Anderson no nos permite percatarnos; sería raro que gozaran mucho de ella, considerando lo anterior. La omnipresencia de Cyril poco ayuda, pues parece que su mandato consiste en evitar que su hermano consolide relación amorosa alguna. Alma, gota a gota, parece ir acumulando frustración, que va convirtiéndose en resentimiento al sentirse desplazada, quizá hasta utilizada, definitivamente poco amada. Reynolds, que es un controlador consumado, además vive en una angustia constante y, pese a comportarse con modales refinados, es un neurótico que siempre parece estar a un sonido impertinente de distancia para estallar. Parece más una figura paterna, siempre demandante, que una pareja para ella, una chica cándida, incluso provinciana, que sin embargo suele responder con muestras de carácter cuando se siente atacada, lo que revela que en su interior conviven deseos y emociones que parece reprimir, o que de plano él le castra, a veces con crueldad. Cuando la tensión entre ellos se incrementa y la cotidianeidad les provoca continuos roces que desajustan las rutinas de Reynolds, ambos amagan verbalmente con poner fin a la relación. Empero, entre los dos se ha ido desarrollando un vínculo que les permite, cada uno por su lado, cada cual a su manera, percatarse que son afortunados de haberse encontrado, que han formado un equipo, que se aman y que el riesgo de perder lo que tienen el uno con el otro, es enorme y, de ocurrir, irreversible. Varios de los personajes de los mundos que ha creado PT Anderson en su filmografía podrían ser testigos de honor del dolor inapagable que provoca el arrepentimiento.
Fecha de estreno en México: 23 de febrero, 2018.
Consulta horarios en: Cinépolis, Cinemex, Cineteca Nacional