Lilith (Florencia Bado), güera de ojos claros, es una niña de doce años con estatura de una de nueve. "Ya estoy acostumbrada", le dice al médico alemán (Àlex Brendemühl) que intentaba adivinar su edad. "¿A qué?" "A ser más grande de lo que parezco". El primer cruce de miradas establece una relación fuera del mero encuentro casual. La niña monta con su familia la camioneta que los llevará a su nueva vida en Bariloche y, tras de ellos, los (per)sigue este hombre solitario, pulcro, de mirada inquisitoria que poco a poco, a través del encanto que desprende su enigma, y del ofrecimiento que hace a Lilith, con consentimiento de su madre (Natalia Oreiro), de inyectarle hormonas para propiciar que crezca, acaba metido en el seno de esta familia de cinco, a punto de ser siete: hospedándose dentro de la hostelería que es su casa y negocio.
El tercer largometraje dirigido por la bonaerense, Lucía Puenzo, Wakolda: El médico alemán, está basado en un libro de ella publicado en 2010, y retoma a través de un bien ambientado trhiller, un fragmento incómodo de la historia de los sesenta de Argentina. Situada a las orillas del lago Nahuel Huapi, vivía una comunidad con ideología abiertamente fascista y con claras simpatías hacia el nazismo; ahí existía una red de apoyo para alemanes que huían de los tribunales tras la guerra. Entre ellos, Puenzo retoma a Josef Mengele, el médico, antropólogo y oficial alemán de las SS, que experimentó genéticamente con prisioneros de Auschwitz. Aunque este momento histórico acaba desdibujado al ser insertado en una narrativa que, si bien pulcra, sigue los pasos de una receta cinematográfica.
SOR (@SofOchoa)
Fecha de estreno en México: 23 de octubre.
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