Kaslan Corporation ofrece a los clientes lo último en electrodomésticos inteligentes y juguetes, con su línea Buddi como un éxito garantizado, a punto de pasar a una versión 2.0. Sin embargo, cuando un empleado descontento en una fábrica de Kaslan en Vietnam desactiva las funciones de seguridad de uno de los Buddis, el muñeco comienza a funcionar mal de manera casi inofensiva -por ejemplo, sus ojos brillan brevemente de color rojo-. Este juguete en particular eventualmente encuentra su camino a Chicago, donde la madre soltera Karen Barclay (Aubrey Plaza) decide entregárselo a su hijo Andy (Gabriel Bateman) de 13 años como regalo de cumpleaños. Este muñeco se presenta como Chucky (voz de Mark Hamill), con su programación defectuosa manteniéndolo cerca de Andy, trabajando muy duro para ser su “amigo hasta el final”. El niño pronto aprende a apreciar la presencia de Chucky en los momentos difíciles, pero las fantasías de venganza de Andy son interpretadas como órdenes por el juguete, que defiende a su amigo asesinando a los que le causan problemas. Mike (Brian Tyree Henry), detective encargado de resolver el caso, comienza a considerar a Andy como el principal sospechoso cuando aparecen más cadáveres, pero el niño culpa a su muñeco de todos los crímenes.
Es probable que Child’s Play, la original de 1988, no sea un clásico, pero fue un movimiento valiente y arriesgado a finales de aquella década que, mediante los instintos asesinos de un muñeco poseído, le dio un pequeño impulso al género de terror, a pesar de su extravagante premisa. Tres décadas más tarde llega una nueva versión; adaptada al contexto de la tecnología actual, perdiendo los rituales vudú y amplificando el gore, El muñeco diabólico (Child’s Play, 2019) busca aproximarse a una nueva generación de jóvenes interesados en descubrir la furia de Chucky. Aunque Don Mancini, el creador de toda la mitología alrededor del popular juguete malévolo, no se involucró en esta nueva versión, el filme funciona muy bien como sátira a la era digital, al mismo tiempo que es una recreación seductora y sanguinaria del subgénero slasher. El guionista Tyler Burton Smith es capaz de hacer suyo el material de alguna manera, descartando cualquier tipo de posesión de fondo o asesino en serie desesperado. Para la nueva película, la creación de Chucky proviene de un trabajador descontento despedido recientemente por su jefe, que usa sus últimos momentos para quitarle la banda de advertencia del juguete I.A, dándole una plena capacidad de violencia. Chucky no es un monstruo desde el principio, es una máquina de aprendizaje con la capacidad de administrar cualquier dispositivo conectado. Smith elige desarrollar el lado violento de Chucky a través de la observación, aprendiendo a matar luego de ver un fragmento de Texas Chainsaw Massacre 2, utilizando ese conocimiento para defender a Andy de todo daño, pues desea ser un artefacto de utilidad, spero simplemente no puede comprender los límites. El director Lars Klevberg, que en su primer largometraje, Polaroid (2019), exploró la idea de artilugios malvados, el tema se siente más relevante aquí, en su segunda película. El cineasta aprovecha las preocupaciones acerca de cómo la nueva tecnología puede tener un efecto negativo en las personas y en sus vidas diarias. Sin embargo, en su mayor parte, El muñeco diabólico evita ser demasiado tecnofóbico y está más interesado en explorar el horror de lo que podría suceder cuando la tecnología moderna o del futuro cercano falla, especialmente cuando es causada por algún error humano. Por supuesto, esto sigue siendo entretenimiento, y la película está más interesada en llegar a los momentos en que Chucky asesina brutalmente a sus víctimas que a predicar sobre los niños y sus iPhones en estos días. El filme debe superar algunos baches y obstáculos en función de un factor evidente: el mismo Chucky. Su rostro –una mezcla entre Alita: Battle Angel y muppet- carece de cualidades emotivas e ilusiones inmersivas. Los conectores mecánicos se convierten en movimientos robóticos dada la historia de fondo de Chucky, una supercomputadora cuyas precauciones de seguridad están desactivadas. Los movimientos animatrónicos del muñeco se agitan sin control cuando se requieren rangos de movimiento mínimos, y el CGI toma el control una vez que persisten los ataques agresivos y sangrientos.
Fecha de estreno en México: 12 de julio, 2019.