Angela (Jodelle Ferland) es una joven solitaria que, desde la muerte de su madre, vive sin amigos y sometida a la intimidación de una agresiva pandilla de hombres jóvenes que trafican drogas y causan problemas en la comunidad. Ella acepta un trabajo como niñera de Adrian (Sunny Suljic), un niño tímido y callado recién llegado al pueblo en compañía de su madre. Un día, los pandilleros llegan a la casa para molestar a Angela y para recuperar un alijo de drogas que ahí escondieron; sin embargo, los intrusos desconocen la misteriosa fuerza sobrenatural que reside en la vieja casa.
El origen del terror en Amityville (The Unspoken, 2015) recurre a varios de los elementos más comunes del cine de terror: la casa embrujada, la familia desaparecida misteriosamente, un niño con cualidades de ‘Anticristo’, la iconografía satánica y los jóvenes desafiantes. Pero el director y guionista canadiense, Sheldon Wilson (Shark Killer, 2015), elabora una tosca fusión de clichés que no funcionan individualmente y no embonan coherentemente de manera colectiva. Las situaciones y los personajes son representadas de manera muy superficial. Cada paso es predecible; desde la puerta del sótano que inevitablemente se cerrará para intentar que la audiencia se sobresalte hasta el gore frívolo con el que el director cree que puede justificar su relato mediante una serie de mutilaciones y muertes. Sin ingenio ni estilo propio, esta perezosa y mediocre mezcla desemboca en un fango gris, sin sabor ni horror.
Fecha de estreno en México: 10 de marzo, 2017.
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