Lance Walters (Timothy Omundson), un acaudalado abogado citadino, se adentra –con su hijo y su novia– en los bosques montañosos del norte de Estados Unidos para reclamar un terreno que le ha sido heredado, y donde planea construir una monstruosa casa que poco tiene que ver con la naturaleza que lo rodea. Si bien los costos y permisos legales no representan ninguna clase de inconveniente, eso no significa que no se tropiecen con algún tipo de contratiempo. De hecho, se encuentran con algo mucho peor que lo que hubieran podido imaginar: un pájaro carpintero territorial, astuto y bromista, conocido por todos como ‘el pájaro loco’, y con quien tendrá que disputarse el terreno en cuestión.
Cuando hablamos de cine para niños, o de literatura infantil, se corre el riesgo de considerar que los espectadores y los lectores más pequeños son tontos y que cualquier producto colorido será suficiente para satisfacerlos. Es un grave error: los niños son bastante exigentes. El verdadero problema son los creadores de libros y filmes como el que aquí se analiza; aquellos que piensan que hay que rebajar el nivel narrativo y lingüístico de las obras que se disponen a hacer para llegar a uno de los públicos que más consumen productos cinematográficos y culturales hoy en día. Se trata de películas que recaudan millones de dólares el día de sus estrenos, pero que nadie recordará ni intentará volver a presenciar en el futuro; se trata de obras que se fundamentan en un verdadero empobrecimiento del arte cinematográfico y que no hacen más que entregarnos guiones simplones, chistes sostenidos por la tontería y el chascarrillo insulso, actuaciones inverosímiles y moralejas redundantes. Con lo dicho hasta ahora, no sólo se describe lo que es El pájaro loco: la película (Woody Woodpecker, 2017), sino varios de los filmes que trazan la trayectoria del director Alex Zamm, en la cual encontramos Beverly Hills Chihuahua 2, (2011), Inspector Gadget 2 (2003), Tooth Fairy 2 (2012) y Jingle All the Way 2 (2014). Quien haya visto cualquiera de los filmes aquí mencionados, comprenderá por qué la crítica de cine y literatura infantil es tan severa (léase la obra crítica de Jacqueline Rose): en lugar de desafíar la inteligencia de los niños, la menosprecian. Por otra parte, aunque es incomprensible la insistencia de Hollywood en mezclar el dibujo animado con personas de carne y hueso cuando podrían hacer un filme de pura animación con mejores resultados, vale la pena destacar la buena labor de los animadores con Woody; el pájaro no carece de flexibilidad ni de dinamismo, nunca parece sobrepuesto, y lograron una notable interrelación entre él y la realidad que lo envuelve. Es una lástima que ese buen trabajo haya formado parte de un filme de esta categoría.
Fecha de estreno en México: 26 de enero, 2018.
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