Kent McCoy (Andy Powers), un agente de bienes raíces, es un esposo amoroso y un padre responsable que, para el cumpleaños de su hijo Jack (Christian Distefano), organiza una fiesta y contrata un payaso para divertirlo a él y sus amigos. Pero el payaso comete un error y no llega a casa de los McCoy. Mientras la madre, Meg (Laura Allen), piensa en soluciones para no decepcionar a su hijo, Kent descubre un viejo traje de payaso en el ático de una de las casas que está supervisando; él decide usarlo y hacerse pasar por el bufón que entretiene y despierta las risas de los más pequeños. Después de la fiesta, Kent se queda dormido en el sofá con el traje puesto; a la mañana siguiente, el hombre es incapaz de quitárselo. La vestimenta, la peluca y la nariz roja se adhieren progresivamente a su piel, y Kent comienza a mostrar un extraño comportamiento basado en un profundo sentido de hambre que lo motiva a ver a los niños de distinta manera, como si éstos fueran comida.
Producido por una de las voces más conocidas del nuevo gore americano, Eli Roth –aquel que hace 10 años llamó la atención de la crítica y el público con la perturbadora Hostel (2005)– y dirigido por un joven Jon Watts –que cuenta con experiencia en las series televisivas de comedia (Jewish Santa Is Coming, 2010; Onion SportsDome, 2011)–, El payaso del mal (Clown, 2014) retoma una criatura dual (el payaso ofrece entretenimiento cómico mientras oculta su verdadera naturaleza bajo el maquillaje) para, en sus momentos más interesantes y mejor logrados, representar la pérdida de identidad de un hombre angustiado por una metamorfosis demoniaca. Las primeras escenas resultan vitales para capturar la atención del espectador; lo que parece ser un problema trivial y ridículo se vuelve gradualmente en algo más angustiante. Andy Powers consigue que su personaje transite de la incredulidad al pánico y, gracias a su actuación durante los primeros minutos, puede aceptarse la invitación de la premisa básica. El filme propone una nueva mitología en torno al payaso, introduciendo una leyenda holandesa (inventada por los guionistas, Watts y Christopher Ford) sobre los orígenes de estos seres demoniacos de piel blanca que, relegados por la sociedad, se fueron a vivir a las altas montañas padeciendo frío y que durante invierno buscaban niños para alimentarse. Watts se esfuerza por mantener el tono trágico de la historia adhiriendo un subtexto sombrío y perturbador donde el padre de familia pelea contra sus impulsos pedófilos. A pesar de su intento por no ser víctima de la ridiculez y comedia involuntaria que se sugiere en varias escenas, el director no consigue que a la mitad, el filme caiga en la espiral de lo absurdo.
LFG (@luisfer_crimi)
Fecha de estreno en México: 22 de mayo, 2015.