Rita (Edwarda Gurrola) y Mateo (Fausto Alzati) deciden trasladarse a una casa de campo en medio del bosque ubicada en Huitzilac, Morelos. El aislamiento, el contacto con la naturaleza y la idea de crear una especie de granja y sembradío autosustentable son las ilusiones que ambos tienen, pero la pareja de treintañeros no comparte la posibilidad de tener un hijo y formar una familia. El sexo se convierte en una vía de entretenimiento y curación para evitar caer en discusiones y riñas, pero las grietas de su relación se manifiestan e incrementan cuando llega Alexis (Camila Sodi), la prima de Mateo, una despreocupada joven que en apariencia luce risueña y amable, pero en el fondo es egoísta e hipócrita.
Si en su cortometraje, Ver llover (2006), Elisa Miller elaboró un emotivo relato sobre la inocencia y el primer paso del crecimiento de un par de adolescentes que se percibían ligeros y llenos de ilusiones, ahora, en su segundo largometraje de ficción, El placer es mío, la cineasta mexicana se centra en dos personajes que plenamente viven la edad adulta, pero con miedos y traumas de cómo afrontar el futuro. Aunque el filme –al involucrarse en la dinámica cotidiana de una pareja– posee un tono repetitivo y monótono, el estudio de los personajes destaca por la manera en que la cámara enmarca la pesadez corporal de los personajes; da la impresión que en la fortaleza física de ellos se acumula una enorme cantidad de deseos lascivos que si no son liberados pueden desencadenar en actos violentos.
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Fecha de estreno en México: 9 de diciembre, 2016.