Lee aquí nuestra reseña de El principito
Mark Osborne (Kung Fu Panda, 2008) retoma la historia de Antoine de Saint-Exupéry, El principito –sobre un piloto que mientras está varado en el desierto conoce a un niño que viene de otro planeta, que ha dejado a su querida rosa atrás–, y, dejando este relato prácticamente intacto (aunque haciéndolo más corto), lo enmarca en la narrativa contemporánea sobre una niña hija única con una madre obsesionada con planificarle la vida que se topa con un viejito expiloto, que escribe esta historia, la de El principito, y se la comparte. El contacto con el relato clásico desestabiliza su mundo de orden y planificación, y la introduce al vínculo de la amistad, los sueños y la imaginación.
Osborne contrapone la animación en computadora –para el marco narrativo inventado por él– con el stop motion con textura de papel arrugado para el relato clásico. En sus palabras: “esta fue la manera perfecta para proteger el libro porque no podía usar solo CG que es muy adulto. Las cosas hechas a mano están en el corazón de la niñez. Es un antídoto contra un mundo adulto. Esta fue la manera perfecta de expresar contraste”. Ambos estilos están bien empleados, pero el stop motion es exquisito. La película decae cuando todo se convierte en una aventura de acción que mezcla personajes originales con sueños de la niña de manera demasiado didáctica, despojando ligeramente del encanto metafórico a las palabras de Saint-Exupéry. Pero no demerita que haya dado en el blanco con la imagen cinematográfica de El principito, una forma frágil, retacada de vulnerabilidad y ternura que rinde homenaje a su fuente.
Fecha de estreno en México: 13 de noviembre 2015.