Delphine (Marie Rivière), una parisina veinteañera, se encuentra entusiasmada con sus vacaciones, pero de último minuto su amiga abandona los planes que habían orquestado juntas. Esta cancelación provoca una severa decepción y profunda melancolía en ella, y sus planes de tiempo libre y divertimento súbitamente se convierten en un intento personal de volver a encarrilar su vida. Los amigos, y los amigos de los amigos, ofrecen consejos de vida con poco efecto, ya que Delphine se derrumba una y otra vez. Su única idea es viajar, inquieta, de un destino a otro buscando la solución a su propia soledad y desánimo. Durante una cena con amigos, Delphine tartamudea al explicar su vegetarianismo, un movimiento cuya popularidad se disparó dramáticamente durante la década que provocó discusiones similares en distintas regiones de Europa. Las largas tomas y el diálogo improvisado seguramente resonarán en cualquiera que alguna vez haya luchado por expresar una pasión o una elección de estilo de vida e ilustra de manera magistral el descontento de Delphine, pero también un genuino compromiso con sus propios ideales.
La actriz francesa Marie Rivière tenía una relación especialmente estrecha con el director Eric Rohmer. Después de ver su trabajo por primera vez a principios de la década de 1970, Rivière expresó su admiración en una carta, que condujo a una serie de conversaciones y encuentros y desembocó en su aparición como Delphine en El rayo verde (Le Rayon vert, 1986). Varias anécdotas del filme estaban, de algún modo, centradas en las vivencias de la actriz, a quien se le permitió desarrollar la historia mediante una improvisación casi total. Años después, la propia Rivière decidió hacer un documental sobre el director que se terminó poco antes de la muerte de Rohmer en 2010. Incluso, Rohmer recurre a estrategias del cine documental en su descripción de los franceses de vacaciones, ya que Delphine, defraudada por una amiga por sus planes de vacaciones de agosto y ansiosa por evitar el vacío de París ese mes, viaja por Francia, buscando en compañía de ambos (amigos y extraños) un entorno en el que se sienta como en casa. El rayo verde reflexiona suavemente sobre la filosofía de la soledad universal, pero también sirve como una mirada esclarecedora a la vida metropolitana contemporánea de la Francia y Europa de los ochenta. Sin embargo, se siente como otro mundo: un tiempo antes de las selfies y la compañía digital constante, cuando estar solo era una auténtica soledad; una época en la que viajar era una excursión para el pensamiento privado o un receso para un alma herida, no un símbolo de estatus ni con la intención de fanfarronear en las redes sociales. El logro de Rivière y Rohmer es involucrarnos en el mundo emocional de una heroína que, a primera vista, es muy habitual y cotidiano. Delphine es una secretaria de París, “no del tipo aventurero” como ella misma admite, aparentemente baja en autoestima pero claramente apoyada por una red de amigos cercanos que buscan entender algunas de sus obvias y considerables ansiedades -uno de sus gestos repetidos es levantar una mano abstraídamente hacia su cabello-. Delphine se resiste a las costumbres de su mundo para encontrar su lugar en él. Esto se ilustra mejor a través de sus interacciones con una chica sueca, Lena, a quien conoce en la playa. Lena es el opuesto físico y espiritual de Delphine. Viajar sola le resulta liberador, no deprimente, y disfruta de la charla inútil con extraños ociosos. El escenario urdido por su espontaneidad llega a su fin cuando Delphine, abrumada, vuelve corriendo a su soledad.
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