Jean (Pio Marmai), un joven francés de 33 años, no ha podido desarrollar una relación plena con Borgoña, su lugar de origen, y su familia. Tan pronto como tuvo la oportunidad, él decidió alejarse y poner una pared con el pasado, incluso si eso implicaba abandonar sus raíces. Cuando el joven confundido finalmente ha encontrado su lugar en el mundo, en Australia, se entera que su padre está gravemente enfermo. Después de 10 años, Jean se ve obligado a regresar a su pueblo; ahí se reencuentra con sus hermanos menores, Jérémie (François Civil) y Juliette (Ana Giradot), quienes se organizan para continuar las operaciones del viñedo de su padre, así que Jean decide quedarse unos días más para ayudar a dirigir el negocio en lugar de regresar a Australia, donde su esposa y su hijo pequeño están esperando. A lo largo de estos días, los tres hermanos deben lidiar con sus inseguridades, los tenues rencores y pequeños secretos del pasado para volver a conectar y redescubrir los lazos que los unen a la tierra, al mismo tiempo que cada uno encuentra su verdadera vocación.

El viñedo que nos une (Ce qui nous lie, 2017), dirigido por Cédric Klapisch (Mi vida es un rompecabezas, 2013), es un drama familiar, con algunas pinceladas de comedia, que aborda las relaciones ente hermanos, el legado cultural y las alegrías del buen vino. Lo primero que captura la atención del espectador es la verde campiña de Borgoña. La lente de Klapisch (influenciado por la corriente pictórica del naturalismo francés) registra el viñedo a lo largo de las cuatro estaciones del año para -mediante el registro de diversos juegos de luces y colores del mismo paisaje- reflejar el ritmo de la naturaleza y sus ciclos. Con el uso de primeros planos, el espectador es llevado a través de todo el proceso de elaboración del vino, desde la cosecha hasta la fermentación. Esto, por supuesto, no está hecho al estilo documental, sino entretejido con las tres historias de los protagonistas. Al seguir las habituales fórmulas del drama familiar, el guion -coescrito por Klapisch y Santiago Amigorena- señaliza de manera evidente el equipaje y las inseguridades que cargan cada uno de los personajes para luego introducirlos en momentos estratégicos de la trama y crear atmósferas de tensión, aunque éstas no siempre resultan efectivas. Por ejemplo, Jean comienza a adoptar actitudes que despreciaba de su padre al dejar atrás los restos de un matrimonio quebrantado en el que tiene un hijo pequeño; Juliette asume el papel principal de dirigir el viñedo durante la enfermedad de su padre y le preocupa que no tenga suficiente autoridad para cumplir con la tarea; finalmente, Jérémie no tiene la capacidad para enfrentar a su suegro, un experimentado enólogo. A medida que la historia avanza, Jean adquiere mayor protagonismo, opacando los relatos personales de sus hermanos; lo vemos evolucionar hacia su nuevo rol gracias a las interacciones con su familia y otras personas en el pueblo, pero su trayecto personal -reconectarse con el campo francés es un tremendo dolor para él después de tanto tiempo- no inspira empatía ni compasión.

Fecha de estreno en México: 9 de marzo, 2018.

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