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Un sobreviviente de un ataque guerrillero, el padre belga Nicolás (Renier) y el devoto padre Julián (Darín) están a cargo de un proyecto colosal: reconstruir las ruinas de una mole de hospital que fueron abandonadas desde los treinta, para proporcionarle vivienda a la gente de Villa 15, Ciudad Oculta: un barrio pobre y miserable, coludido hasta las entrañas por el tráfico de drogas. Los dos devotos tienen versiones distintas –opuestas en los detalles– de cómo ejercer su liderazgo. Pero el mayor enfrentamiento lo tienen día a día con una realidad que inevitablemente mengua la esperanza.
Uno de los aspectos memorables de la película es que fue filmada en locación, en una zona tan pobre y agresiva que hubo espacios a los que el crew prefirió no entrar por recomendación de los habitantes. Como lo logró con Carancho (2010), sobre la red de intereses de las aseguradoras de accidentes de tráfico), con este filme Pablo Trapero buscaba involucrar a la sociedad para que tuviera repercusiones en el gobierno.
SOR (@SofOchoa)