Ambientado en Filipinas durante la actualidad, una prostituta (Sigrid Bernardo) espera pacientemente a un cliente más. Un músico (Lav Diaz) interpreta varias melodías y canciones sin un destinatario específico. Un grupo de delincuentes (Dante Perez, Evelyn Vargas y Joel Ferrer) se prepara para un atraco. Una mujer (Hazel Orencio) proveniente del siglo XIX aparece de repente en un concurrido mercado, aventurándose luego a fuentes, ríos y otros lugares acuáticos. Las tres historias eventualmente convergen gracias a la presencia de esta enigmática visitante, revelando personajes cuyas vidas están consumidas por la desesperación, lo que los obliga a aventurarse en territorios que comprometen las relaciones y lo que queda de su humanidad fracturada.
Elegy to the Visitor from the Revolution (2011) conjuga la ciencia ficción con el revisionismo histórico para crear un relato profundamente reflexivo y también profético. Los 80 minutos de duración del filme configuran una pequeña gota de agua en comparación con las oceánicas epopeyas históricas que ha confeccionado Lav Diaz a lo largo de su filmografía. Después de todo, su epopeya de 2004, Evolution of a Filipino Family, cuenta con un asombroso tiempo de ejecución de 10 horas y media. Con lo que podría haber sido una adición típica de cuatro a seis horas a su filmografía, Díaz demuestra una gran moderación en la elaboración de un filme que es de menor alcance, pero habitualmente audaz en su representación de la historia nacional, la pobreza y la lucha social. Diaz enmarca cada una de las dificultades sociales en composiciones sofisticadas. La cámara es un espectador pasivo, que a menudo se detiene en los sujetos desde la distancia antes de pasar al siguiente cuadro. Sin embargo, cada escena no es menos íntima. La quietud de la imagen ejemplifica cada movimiento, como una fotografía que cobra vida. Esto sirve como un paralelo perfecto con el personaje de la Visitante, cuya presencia puntúa cada una de las tres historias. Vestida con el atuendo tradicional, la Visitante es una observadora silenciosa de un tiempo pasado. Como sugiere el título de la película, este personaje es una reliquia de la Revolución filipina, un movimiento que llevó a la independencia del país de España en 1897. Los ojos cansados y la mirada cabizbaja de la Visitante delatan un creciente desaliento al observar el inmerecido resultado de la independencia de su país. A menudo la acompaña el motivo del agua; su presencia era sinónimo del zumbido diegético de la lluvia o el rápido fluir de los ríos. Como las gotas de agua o las mareas menguantes, el papel de la Visitante en la historia es efímero. La Revolución por la que luchó con tanta valentía es una victoria de corta duración, solo para ser invadida por una nueva ola de melancolía y desesperación en la era moderna.
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