A través de la pantalla de la nueva computadora portátil de Matias (Colin Woodell) lo vemos, primeramente, en lo que parecen intentos por contentarse durante una videollamada con Maya (Stephanie Nogueras), su hermosa novia, una chica sorda. De forma paralela, Matias abre otra multillamada en video por Skype con un grupo de amigos con los que tiene el plan de departir, platicar y jugar diversas cosas en línea. Todos son expertos en cuestiones cibernéticas. Matias es desarrollador de software, por ejemplo. En su nueva computadora, además de conversar con Maya y en simultáneo charlar con sus cuates, decide entrar al Facebook de quien, nos enteramos, es el dueño previo del aparato. De inmediato comienza a recibir mensajes de bellas chicas que le insisten querer verlo (bueno, no a él, sino al dueño de la cuenta). De pronto, desde otro perfil, el dueño de la cuenta de Facebook le reclama el haber robado su computadora y, ofendido y amenazante, le exige se la devuelva; Matias ofrece llevársela al sitio de donde la tomó. Resulta que Matias no la había comprado, sino que la había reclamado en un café donde tras varios días de verla abandonada, la reclamó como suya. Con ayuda de uno de los amigos con los que participa en la multillamada en video, Matias revisa archivos escondidos en esa computadora y entonces descubre transacciones millonarias en monedas virtuales (equivalentes a millones de dólares) y videos en los que, parece, se tortura a diversas jovencitas, contenido que les comparte a todos los del grupo compartiéndoles lo que ocurre en su pantalla.  Sus amigos, asombrados, asustados e indignados por lo que han podido ver, intuyen qué es lo que puede estar detrás de lo que Matias ha encontrado, al tiempo que éste es contactado, en otra videollamada, por el dueño de la computadora. Éste, ya furioso, le reclama no haberla llevado al sitio donde quedaron y, sabedor de que tanto él como sus amigos conocen a detalle el delicado material que guarda (toda vez que se trata de un sofisticado hacker que ha penetrado los sistemas de todos ellos), amenaza con matar a Maya si no se la devuelve de inmediato. Difícil pensar que sabiendo todo sobre ellos (identidades, domicilios, secretos, todo) el hacker piense dejarlos vivitos, coleando y tan campantes.

Eliminar amigo 2 es la secuela de, eh, sí, Eliminar amigo (que no llevaba el 1, porque al hacerla todavía no sabía que habría secuelas), filme que fue realizado con un millón de dólares y que recaudó 64 de los mismos. Razón mucho más que suficiente como para exprimir el concepto, sin importar que en el proceso se desgaste. La idea sigue teniendo un aire de novedad que, debido a los progresos constantes del tema cibernético, es muy probable que pronto se vuelva en su contra, haciéndola anacrónica. Mientras eso sucede, es importante destacar el hecho de que con tan pocas herramientas visuales a la mano, el director Stephen Susco siga exprimiendo las limitadas posibilidades que ofrece la pantalla de una computadora para, en ella y dentro de ella, comprimir el lenguaje cinematográfico y aderezarlo con las distintas opciones que propone la realidad en línea. Los efectos de sonido, propios de las mismas aplicaciones (Skype, Facebook y otros chats), o de las fallas que llega a tener la red, son utilizados al máximo para generar tensión y para familiarizarnos con estas actividades que ya forman parte de la cotidianeidad de la mayoría de la gente. Si Tarkovsky decía que un auténtico filme realista debía incluir secuencias oníricas, toda vez que las personas pasan un tercio de su día dormidas, es entendible que hoy que pasamos tanto tiempo frente a la computadora o teléfonos inteligentes, nuestra vida no se explique ya extirpándoles esos hábitos periódicos de nuestros días. Sin embargo, pese a mantener la tensión durante el desarrollo del filme, y mantener entretenido al espectador a lo largo del filme, las resoluciones trágicas son derivativas de las típicas de películas del género del horror, por lo que la trama no puede eludir su predictibilidad. También, se echa de menos que el importante y tan actual tema del hackeo de información privada y confidencial, de la suplantación de identidad y los límites legales de todo tipo de actividades cibernéticas, solo sean integrados como parte de la trama, sin ser explorados a profundidad. El filme, pues, termina siendo como una sesión de chat amena que, en cuanto se despide con un emoticón, se olvida para siempre. 

Fecha de estreno en México: 14 de diciembre, 2018.

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