“Naces. Creces. Lloras el primer día de clases. Finges todo el tiempo. Te enamoras. Te rompen el corazón. Te consuelas con sexo. Lastimas a alguien más. Huyes de todo. Vuelves”. Con un listado de acciones que resumen una vida hasta la adultez, comienza la historia de en la que se desarrolla una trama que une por medio de lazos sentimentales a tres personajes: Nadia (Camila Selser), Tomás (Juan Pablo Campa) y Mateo (Pedro de Tavira). Nadia es novia de Tomás y lo ama, pero él está más interesado en sus planes profesionales y es justo en ese momento que aparece Mateo, quien regresa de lo que se siente como un autoexilio, buscando reconectar su vida con su pasado.
Jimena Montemayor escribió, dirigió y produjo el largometraje En la sangre, en la que revive en la contemporaneidad cuestionamientos sobre las relaciones interpersonales, específicamente de los triángulos amorosos. Es inevitable pensar en otros retratos cinematográficos con una situación semejante, como el filme Jules et Jim (1962) de Truffaut o The Dreamers (2003) de Bernardo Bertolucci, a la que además se hace referencia en una escena en la que los tres involucrados comparten una tina y un cigarrillo. A pesar de hablar de un tema semejante y de plantear que no hay una carga de juicio acerca de lo buenos o malos que son los personajes, sino de lo humanos que pueden llegar a ser cometiendo errores y dejándose llevar por sus pasiones, en sus comportamientos sí hay un grado de culpa y secretismo, que no hay en las otras cintas a las que hace un tributo. A pesar de que la situación sugiere lo contrario, no existe esa intención de trasgresión moral. Los personajes quieren relaciones monogámicas tradicionales, que no pueden sostener por falta de interés o porque las circunstancias no son adecuadas. El filme es más bien el retrato de rompimientos emocionales, de la búsqueda de repuestas ante la soledad y de refugios aparentes que paradójicamente van alimentando la catástrofe. La paleta de color de las imágenes que tiene un constante tono ocre, nos lleva a sentir esa nostalgia por el pasado y a exacerbar los vacíos. Y a pesar de tener cortes constantes, enumeraciones y saltos en la historia, la película cuenta con secuencias que se prolongan injustificadamente. El diseño sonoro está descuidado; hay diálogos que no se escuchan y sonidos que estorban. La condición humana se refleja en la historia como un lugar común, ese en el que se cometen errores ya cometidos, demostrando que las debilidades emocionales son las que quizá nos vuelven demasiado humanos.
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Fecha de estreno en México: julio 1, 2016.