En el rígido sistema de jerarquización de clases en India, los Dalit ni siquiera tienen cabida. Son considerados tan impuros, que se les conoce como “intocables”. Las mujeres Dalit apenas alcanzan a ser vistas como seres humanos, si bien viven en brutal opresión. Pero en Uttar Pradesh, en el norte de India, donde tradicionalmente ha existido un sistema endémico de violencia contra las mujeres y contra los y las Dalit, en el 2002 un grupo de mujeres Dalit decidió fundar un periódico, el Khabar Lahariya (Olas de noticias). Solamente mujeres trabajan en él; mujeres que primero deben vencer las resistencias familiares para que les permitan trabajar, además en un oficio que puede resultar peligroso y que constantemente les exigirá regresar tarde, por la noches, a sus casas, despertando suspicacias y habladurías en sus comunidades sobre la auténtica naturaleza de su trabajo. Y, sin embargo, afanosas, comprometidas, convencidas de que la única manera de aminorar las injusticias y desigualdades sociales, de que los derechos de las mujeres sean respetados, es exigiéndole al poder: “no puede haber democracia donde no existe la libertad de expresión”, defienden ellas, con la razón de su lado, y actúan en congruencia. Lo que inició como un proyecto en papel, destinado al fracaso, en 2016 adopta el formato digital, que inicia un crecimiento expansivo, tanto con reportajes locales que son retomados por medios de mayor alcance e impacto nacional, como con videos en Youtube que han cruzado la barrera de las 10 millones de vistas. En el 2014, Narendra Modi, un político ultranacionalista, populista, que polariza a las comunidades, se guía por preceptos religiosos (queriendo imponer el hinduismo en todo el país) y compromete los avances en temas sociales, particularmente el lugar que ocupa la mujer en la cultura India, gana las elecciones nacionales y asciende al poder. En 2019, Modi fue reelecto. La labor de las mujeres de Khabar Lahariya se ha vuelto más desafiante y peligrosa, pero también más necesaria que nunca.
No era un reto sencillo el que asumieron Sushmit Ghosh y Rintu Thomas al embarcarse en un proyecto como Writing With Fire. El principal obstáculo era, eso, no convertirse ellos en la obstrucción que dificultara que las mujeres del Khabar Lahariya pudieran cumplir sus encomiendas. Porque en primera instancia pareciera como si ellas utilizaran su apariencia física (frágiles, pequeñas, incluso algo tímidas) como Caballo de Troya para ocultar su verdadera fuerza e inteligencia y así no intimidar a sus entrevistados o ponerlos en guardia, o a la defensiva. El ir acompañadas por un equipo de filmación, por pequeño que fuera, podía comprometer sus asignaciones. Pero no sucede, al menos no en cuanto vemos en pantalla. Lo que sí nos es posible atestiguar gracias a este proyecto es la manera en que estas valerosas mujeres develan corruptelas locales, visibilizan añejas injusticias y desigualdades, exhiben los retrocesos sociales y culturales que representa un gobierno reaccionario como el de Modi (y las amenazas y riesgos que conlleva para muchos sectores de la población) y, por encima de todo, testimonian la gallardía de estas mujeres habituadas a padecer injusticias (cuando no de plano vivir en la injusticia permanente) que defienden su dignidad como personas (más allá de su género y posición social), desde el riesgo y una humildad que les permite prepararse, cuestionarse cotidianamente para solo así poder evolucionar y estar a la altura de la exigencia que ellas mismas se han impuesto (y que la sociedad necesita con urgencia). Ser un ejemplo que inspira primeramente a los miembros de sus propias familias, y después se expande al resto de la comunidad: a las demás mujeres, pero también, sobre todo, a los hombres de la India contemporánea.
Writing With Fire está nominado al Oscar como Mejor Documental.
La pelicula puede verse a través de Filmelier