Amy (Amy Schumer) es una chica suburbana que, como muchas, al ya vivir y trabajar en Nueva York se siente obligada a ser la más neoyorquina de todas. Esto es, debe ser una mujer que utilice todas las muletillas de moda al hablar, vivir al máximo la emancipación femenina, intentar ser ‘cool’ y sofisticada, ser dueña de sí misma y libre, muy libre, aparentemente. Menos en el trabajo, que por supuesto es un lugar en el que muchos aspirarían laborar, una de esas revistas ‘de onda’ que abordan desde los ángulos más obtusos los temas más gastados como son el sexo, las drogas y la vida de las celebridades; pero venden. En el trabajo sí, se vale, puede someterse a los dictados de una jefa también arribista (Tilda Swinton), cuyo acento cockney –de la clase trabajadora londinense- delata que el glamour sobre el que quiere envolverse no le embona del todo y que, es probable, su puesto se lo deba a un malinchismo versión Manhattan; siendo Hollywood, además, cuaja bien que la baddie (la persona fría, calculadora, ojeta) sea inglesa. El trabajo, en el que sí puede (debe) ser sumisa, además de ofrecerle a Amy tener un aceptable nivel de vida en NY, le permite salir mucho de fiesta, beber en exceso, acostarse con cuanto hombre le plazca y, también, conocer celebridades. La vida ideal para cualquier mujer que ronda los 30, pareciera ser. Aunque, claro, no es del todo feliz. Algo le falta. El sexo y sus habituales jalones de mota, aunque ayudan, por increíble que parezca, no lo son todo. Además, su hermana Kim (Brie Larson), una joven guapa, casada con un tarado (según la forma en que lo muestra el filme), que además tiene un hijo irritante, se establece como un contrapunto para su vida; y su padre (Colin Quinn), el hombre más joven jamás enviado a un asilo de ancianos, no sólo les estorba a las dos hijas, sino que sigue arrojando sombras sobre las secuelas psicológicas que sus enseñanzas, descuidos y excesos les causaron y les siguen aturdiendo. Pero por supuesto llega el momento, en una de las asignaciones reporteriles de Amy, en que conoce a un doctor (Bill Hader) -de celebridades deportivas, amigo cercano de Lebron-, nerd pero de buenas maneras, agradable y algo hace click. Desde el primer cruce de miradas se nos invita a apostar (cuádruple contra sencillo), que eventualmente –en cosa de 30 minutos de pantalla– él la obligará a reconfigurar –con algún drama incrustado de por medio, que hará crisis en su vida profesional y familiar-, los ejes sobre los que, a partir de entonces, encauzará las prioridades de su vida para, entonces sí, permitir que la felicidad tenga mayor posibilidad de alojarse en su vida. ¿Les queda duda sobre si así será o no?
Sí, se trata de una comedia romántica, pero teniendo la participación de Amy Schumer (célebre standupera, quien escribió el guión), incluso sin conocer su trabajo de comediante, por la fama que le precede y la conformación del elenco, podría esperarse algún tipo de oxigenación del género; pudo haber estirado los márgenes que suelen sofocarlo, cuando menos. Lo que recibimos es aire viciado, turbio. Todos los clichés (o la mayoría) están ahí. Los estereotipos y las fórmulas (predictibilidad incluida) son invitados de honor. También, la sosería estadounidense (que suelen confundir con humor) y, por supuesto, una postura feminista burda (salida de la escuela del Sex & the City de finales de los noventa) que, más bien, termina siendo arrastrada hacia un cuadro moralista rancio. Si al menos fuera por satirizar el hipócrita conservadurismo norteamericano en lugar de, como parece, rendirle pleitesía. Se puede cambiar de vida, de reconocer errores que quizá la afectan (si los hay), pero al menos no siguiendo los trazos de perezosos y autocomplacientes guionistas hollywoodenses, como los que ya pueden presumir entre sus filas a un nuevo integrante de lujo: Amy Schumer. No queda del todo claro si al director, Judd Apatow, le costó más trabajo abordar su tipo de comedia habitual desde el ángulo femenino, o si Schumer, pese a la invitación del director, se le impuso con tal de lucir lo que de pronto parece más una colección de sketches de rutinas de stand-up comedy. El filme tiene detalles: algún one-liner, uno que otro momento (el funeral, por ejemplo) y las actuaciones sobresaliente de Hader y Swinton. El resto está a la altura (valga la expresión) del histrionismo de Lebron James. ¿Trainwreck? Más la descripción del filme que solo del personaje de Amy.
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Fecha de estreno en México: octubre 16, 2015.