En la Ciudad de México del siglo XXI, dos jóvenes recolectores de basura -Jonathan (Kristyan Ferrer) y Yesi (Itzel Sarmientos)- están enamorados. Sin embargo, viven temerosos de Maestro Limpio (Luis Enrique Parra), su empleador despótico, por lo que prefieren mantener su relación en secreto, evitando que alguien más se entere. Un día, mientras separan cartón, plástico, vidrio y los desechos orgánicos, descubren un cadáver entre los contenedores de basura. El macabro hallazgo provoca una espiral sórdida que no dejará a nadie exento de daños físicos, psicológicos y morales en un auténtico infierno urbano.
Aunque Extraño pero verdadero (2017) es una película coral -sobre cómo las vidas de cuatro personajes se entrelazan y evolucionan rumbo a fatídicos destinos-, el realizador mexicano Michel Lipkes mantiene las mismas cualidades impresionistas del cine que exploró en su ópera prima, Malaventura (2011). Confiando en el poder y la capacidad de las imágenes, el director prefiere contemplar a los personajes durante un tiempo prolongado -incluso sin que ocurra algo que genere un momento de tensión dramática- para sólo ofrecer retazos de ellos. Siguiendo los preceptos de Robert Bresson -referentes a cómo el cine tiene más en común con la música y la poesía que con la escritura y el teatro-, Lipkes trabaja con la esquiva capacidad de las imágenes para comunicarse sin palabras. Extraño pero verdadero -un cuento sombrío sobre la marginalidad en una gigantesca urbe filmado en exquisito blanco y negro por el cinefotógrafo Gerardo Barroso (Calle López, 2013)- propone conocer a los personajes sin la insistente demanda de narrar. Mediante la apreciación de anécdotas cotidianas; la contemplación de rostros demacrados, ofendidos y quejosos; los juegos de miradas dolidas; los espacios marginados y deteriorados; las dinámicas de los excluidos; y la presencia constante de la basura (como estorbo, objeto, testigo, recuerdo o tesoro); y una lenta disolución en lugar de una interrupción brusca de transiciones (un uso preponderante del cross disolve por encima del simple corte para que las imágenes se entrelacen durante algunos segundos), Lipkes sumerge paulatinamente al espectador en un lienzo de la crueldad y brutalidad del México actual. Un lugar en el que los traumas y rencores han deformado a los seres humanos en monstruos. En un nivel práctico, el descubrimiento de un cadáver podría conducir al ser humano a la indiferencia. Pero aquí, en un contexto permeado de narcoviolencia, desmembrar el cuerpo del otro muestra el odio y el resentimiento acumulado de tantos años. Ante este escenario agresivo, resultaría incongruente y forzada la introducción de elementos suprahumanos a lo largo del relato. No obstante, éstos funcionan dentro de la narrativa propuesta por Lipkes debido a que no son extravagantes y sólo aspiran a ser ilustraciones poéticas de las angustias de los personajes y de las mutaciones de los escenarios.
Fecha de estreno en México: 21 de septiembre, 2018.
Consulta horarios en: Cinépolis, Cinemex, Cineteca Nacional