Fausto Mendizábal (Juan Carlos Barreto) es un pintor mexicano de 64 años que asiste –en compañía de su esposa, Ana (Rosa María Bianchi)– al Foro Latinoamericano de Pintura para recibir un homenaje por su destacada trayectoria. Mientras él luce sonriente y agradecido con los organizadores del evento, ella permanece con una expresión que denota tristeza, aflicción y melancolía. Poco después, ya en su casa de la Ciudad de México, Ana recuerda los sueños que tenía cuando era joven; anhelos y objetivos que abandonó para dedicarle todo su tiempo a Fausto, aunque éste, durante 40 años de casado, ha vivido ensimismado en su trabajo. Ante esta ola de aflicción, ella no encuentra otra salida más que el suicidio. Desolado por la muerte de su esposa, el pintor emprende un viaje a Cuetzalan, el pueblo donde se forjó la historia de amor con Ana, para recapitular el pasado y percatarse de sus errores.
Fausto (2016), dirigido por José Julián Vázquez (El silencio del roble, 2015), es un drama romántico que pretende explorar el tema de la memoria y el paso del tiempo, pero que únicamente logra representar la evolución de la vida en pareja. En los primeros minutos del filme, el director emplea espacios cerrados para mostrar el agobio que siente Ana en una vida matrimonial que la tiene insatisfecha. Con una paleta de colores orientada a las tonalidades grises, una serie de close-ups extremos sobre los ojos llorosos de la mujer, y diálogos reiterativos que ella sostiene –ya sea en una llamada telefónica con su hermana o en soliloquios– conocemos a Fausto como un hombre obsesionado con el trabajo y sumamente nocivo para el bienestar de ella. Una vez que la tragedia llega a su vida, descubrimos otras capas, sentimientos y cualidades del protagonista. Cuando Fausto arriba a su pueblo natal, Julián Vázquez no duda en sacarle provecho a las locaciones de Cuetzalan; las casonas rojas y blancas, las calles empinadas y serpenteantes, la plaza central y las dinámicas del tianguis principal forman parte de los atractivos escenarios que le otorgan una dosis de luminosidad al relato. Más allá de la fotografía preciosista de Iván Vilchis Ibarra –que en cada encuadre busca resaltar la belleza de las locaciones naturales–, el director introduce un sutil elemento que oscila entre la ciencia ficción y el realismo mágico, incluso hay guiños a Funes el memorioso (1944) de Jorge Luis Borges: el protagonista comienza a redescubrir la geografía del lugar a partir de un viaje en el tiempo al pasado (de 2014 a 1967) para ser testigo de su propia historia de amor cuando él de joven (Pablo Astiazarán) conoció y se enamoró de la bella Ana (Odalys Ramírez). Sin embargo, las cualidades de la paradoja del tiempo –contradicciones, ambigüedades, predestinaciones, juegos metarreflexivos– nunca profundizan en los laberintos y las marañas caóticas que inevitablemente nacen al conjugar dos líneas temporales. Todo se reduce a un simple y tímido pretexto para ver una historia de dos jóvenes y melosos enamorados que deben luchar contra las expectativas y exigencias de sus respectivas familias para poder estar juntos.
Fecha de estreno en México: 23 de junio, 2017.