Paul Maguire (Nicolas Cage), contratista de profesión, es un hombre decente y con principios admirado por los miembros de la comunidad en la que vive. Su esposa, Vanessa (Rachel Nichols), y su hija, Caitlin (Aubrey Peeples), lo adoran; pero él no siempre fue ese bondadoso hombre. Paul es un criminal reformado que aún mantiene contacto con sus antiguos secuaces, especialmente Kane (Max Ryan) y Doherty (Micharl McGrady). Una noche, Paul y Vanessa salen a cenar con , dejando a Caitlin en casa con sus amigos, Mike (Max Fowler) y Evan (Jack Falahee). En medio de la cena, un detective (Danny Glover) entra al restaurante para notificarle que su hija fue secuestrada. El mundo de tranquilidad y calidez de Paul se derrumba; convencido de que el secuestro es la venganza de un delito que cometió años atrás, él decide buscar a los hombres que cree son los culpables: miembros de la mafia rusa.
Furia implacable (Rage / Tokarev, 2014) es un thriller de acción y venganza con giros y vueltas que pretenden ser impredecibles y terminan siendo inverosímiles. El tratamiento aspira a ser el de una tragedia, pero sólo emite chispazos de patetismo que desembocan en una conclusión amañada. La película finge ser un tratado ético sobre un hombre que vuelve a tomar el camino del crimen con la firme intención de recuperar a su hija, pero nunca se muestra el tormentoso camino del héroe donde debe comprender por qué nunca sobrevivirá a los pecados de su pasado –situación en la que sí profundizó Cronenberg en A History of Violence–. Paco Cabezas (Aparecidos, 2007; Carne de neón, 2010), el director, insiste en decorar y disfrazar los momentos dramáticos –incluso pretendiendo que sean epifanías–: un secuestro tiene como telón de fondo la ralentización de la lluvia, mientras que el score de Laurent Eyquem se convierte en el constante elemento de manipulación que tiende a surgir en exceso cuando los personajes afrontan una pérdida.
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