A finales de la década de 1980, Roy (Ben Foster), un sicario y exconvicto que vive en Nueva Orleans, es enviado por Stan (Beau Bridges), el peligroso jefe de una organización criminal, a realizar un trabajo sucio. Sin embargo, la misión resulta ser una trampa que es estropeada por el propio Roy. El hombre se encuentra en medio de un tiroteo y, durante un atrevido escape, se encuentra con una joven prostituta atada y amordazada, Raquel (Elle Fanning), a quien libera y rescata. Durante la huida, Roy es consciente de que su antiguo empleador intentará eliminarlo, por lo que decide dirigirse a la ciudad de Galveston, donde nació. Antes de llegar a su destino, hacen una parada para rescatar a Tiffany, la pequeña hermana de Raquel, que vive con su padre. Los tres se instalan en un motel para sobrevivir provisionalmente, pero muy pronto los fantasmas de sus respectivos pasados los visitan.
Galveston (2018), adaptación de la novela de Nic Pizzolatto -creador de True Detective- y dirigido por la actriz y cineasta francesa, Mélanie Laurent (Respira, 2014), es un relato sombrío sobre la pérdida, el arrepentimiento, la soledad y la posibilidad de conectar con otra alma desamparada. Debido a su formación como actriz, más que una narradora de historias, Laurent se muestra aquí como una exploradora de personajes, sumergiéndose profundamente en las emociones y preocupaciones de los protagonistas. La directora opta por un matiz calculado para desarrollar a sus personajes dentro de un marco que paulatinamente se revela como un thriller de venganza; recurre a primeros planos muy cerrados durante la acción, lo que hace que la tensión visceral se respire a partir de los rostros de los personajes. Sin embargo, Laurent ha eliminado los andamios narrativos que anclarían las angustias a una historia que respalde el peso de esos sentimientos y sensaciones. Además, el guion ofrece personajes bastante convencionales: el criminal arrepentido en busca de la redención que sufre una grave enfermedad y la joven que intenta escapar de la familia problemática que carga con un historial de abuso. De esta manera predomina el tono amargo y triste que une el pasado traumático de ella con la existencia llena de errores y elecciones equivocadas de él. En el aspecto visual, Laurent se mantiene en sintonía con el cinefotógrafo Arnaud Potier para recurrir a encantadores esquemas de colores muy intensos (verdes eléctricos, negros entintados y azules profundos) que son utilizados para reforzar los paisajes exteriores del sur estadounidense y crear entornos artificiales.
Fecha de estreno en México: 15 de marzo, 2019.
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