Aquí puedes leer nuestra Reseña de El viaje de Chihiro (escrita por un niño de 12 años)
En un trayecto aparentemente cotidiano y sin sobresaltos, una pequeña niña de 10 años llamada Chihiro, en compañía de sus padres, tropieza con un parque de diversiones abandonado y en ruinas. Incapaces de esconder sus apetitos, los padres son seducidos por la misteriosa presencia de un banquete, al cual acuden para terminar convertidos en cerdos, dejando sola a su hija. Su situación se vuelve aún más enigmática al anochecer; de repente, su entorno vibra de actividad cuando los habitantes espectrales del parque descienden sobre su propio castillo central: una enorme casa de baños termales. Confundida y agobiada, Chihiro conoce a un enigmático joven llamado Haku, quien genuinamente le ofrece su ayuda para salir de ese mundo mágico y fantasmal –poblado por criaturas fantásticas, espíritus animistas y demonios– para que regrese a su realidad, indicándole que debe convencer al encargado de la caldera de los baños, Kamaji, para que le dé un trabajo antes de que la dueña del lugar, la bruja Yubaba, la descubra.
Pocas películas animadas han capturado el miedo, la ansiedad, el ingenio y la adaptabilidad de la infancia de forma tan reflexiva y sincera; menos aún lo han hecho a través de una protagonista joven tan creíble y simpática explorando un reino de fantasía tan fascinante e inagotable como lo presenta Hayao Miyazaki en El viaje de Chihiro (2001). El impulso narrativo central se confecciona mediante el desempeño y las acciones de la maravillosa Chihiro, una niña con un gran corazón y una voluntad indomable que es arrojada a un escenario de infancia verdaderamente aterrador: estar separado de sus padres en un lugar extraño. Miyazaki dedica un tiempo sustancial a la dificultad que tiene Chihiro para ajustarse al mundo de los espíritus, concibiendo y capturando el tipo de pánico convincente que uno esperaría de una verdadera niña inmersa en circunstancias tan extraordinarias. Chihiro no solo se ve obligada a enfrentar estos abrumadores momentos de miedo paralizante, a veces con ayuda, a veces sola, sino que se ve obligada a superarlos; su coraje y confianza son desafiados. Para ganar la libertad de sus padres de su castigo porcino, ella debe trabajar para una áspera bruja y, aunque está asustada, es intrínsecamente amable y perennemente adorable sin perder su heroísmo audaz. El arma definitiva de Chihiro contra Yubaba es la inocencia, no sólo por su capacidad de atraer amigos y aliados, sino por su poder de resistir las tentaciones mortales que se le ofrecen para descarrilar su misión. La siempre elegante animación dibujada a mano de los artistas de Studio Ghibli solo mejora todas las innumerables cualidades del filme; los impresionantes efectos visuales, el guion apasionante, los personajes vibrantes, el humor contagioso y el terror inquietante forman un marco fascinante que levanta el corazón y desafía la mente. Por encima de todo, el realizador japonés le propone a su espectador “quedarse perdido como Chihiro” en el mundo mágico, alegre, complejo, reflexivo y conmovedor del cine. En pocas palabras, El viaje de Chihiro es una de las mejores películas animadas de todos los tiempos y, quizá, la obra maestra de Miyazaki.
El viaje de Chihiro se exhibirá del 16 al 19 de noviembre como parte del ciclo 'Studio Ghibli', organizado por Contenido Alternativo de Cinépolis.
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