En una pequeña localidad de Victoria, situada en el distrito de Braşov, vive Romeo (Adrian Titieni), un médico rumano preocupado por darle un mejor futuro a su hija Eliza (María Dragus), quien estudia arduamente para presentar un examen que le permita obtener una beca completa en una universidad de Reino Unido. Antes del gran día, Eliza, en su camino a la escuela, se resiste a una agresión sexual; el victimario no logra su objetivo, pero la joven queda emocionalmente destrozada y físicamente agotada. Cuando se entera de la situación, Romeo entra en estado de pánico y comienza a movilizarse para que la fecha del examen sea reprogramada. Pero esto no es suficiente; al ver que su hija no es capaz de concentrarse, el hombre utiliza sus conexiones y aprovecha una serie de favores para encontrar la manera de asegurar una puntuación perfecta para Eliza.
El realizador rumano, Cristian Mungiu, no se especializa en la narración complaciente de días soleados. Él es un director severo, riguroso, siempre propenso a satisfacer las necesidades de la incómoda realidad y, al mismo tiempo, decidido a investigar cómo funciona la sociedad que le rodea. Mejor conocido por dirigir 4 meses, 3 semanas y 2 días (2007) –un impactante y abrumador drama sobre el aborto–, Graduación (Bacalaureat, 2016) es otra profunda inmersión en la depresión, la confusión y las grises dinámicas de la sociedad rumana contemporánea. Fiel a su estilo costumbrista y realista, Mungiu captura con una precisión sorprendente la agitación de un padre que lentamente pierde el control de su brújula moral y es sumergido por sus propias decisiones en un tortuoso trayecto en el que los compromisos y proyectos personales entran en conflicto con decisiones de índole ético. El guion enfatiza los saltos de comportamiento, la tensión emocional y el sacrificio de un padre preocupado por el futuro de su hija. Romeo es golpeado por todas partes en el relato; la ventana de su apartamento es destrozada por un vándalo que huye, su esposa se muestra distante, su madre está muy cerca de la puerta de la muerte, su hija poco convencida de su futuro académico y su amante deseando una relación más sustancial y formal. Pero todas estas situaciones no están ahí con la intención de vilipendiar a Romeo, sino que trabajan para comprender sus inquietudes, cada vez mayores, atrapadas en una red de responsabilidades y desilusiones, que sólo desean ver a Eliza en Inglaterra. Interesado en representar el escape de la crisis rumana mediante el anhelo de una vida mejor, Mungiu pavimenta un camino hacia enfrentamientos que cuestionan el significado y la exposición de la honestidad, pero siempre desprovisto de una regurgitación moralista. Es la nobleza golpeada por la desesperación, la corrupción y la criminalidad la que descansa en esta incómoda zona gris examinada a partir de excelentes actuaciones llenas de matices de introspección, que le permiten al espectador llegar a su propia evaluación de las acciones de Romeo. La mirada de la cámara de Mungiu es inquebrantable y capta, en largas y meticulosas tomas, un retrato absolutamente convincente de la moral humana flexible; el director no proporciona respuestas, pero sí ofrece una espléndida y sombría disección de la conducta corrupta del ser humano.
Fecha de estreno en México: 6 de julio, 2017.