En los primeros años de la década de 1950, Ray Kroc (Michael Keaton), un vendedor de batidoras de Illinois, viaja a San Bernardino, en California, para entregar un pedido a Mac (John Carroll Lynch) y Dick McDonald (Nick Offerman), creadores de un innovador sistema de comida rápida implementado en su restaurante de hamburguesas. Impresionado por la eficiencia y velocidad de la fórmula creada por los hermanos, Kroc les propone expandir su idea mediante la instauración de franquicias. Pero más allá de una alianza de negocios, Ray aprovecha esta oportunidad para seguir adelante de manera individual sin importar el daño que pueda causar.
La representación del sueño americano en el cine estadounidense funciona mucho mejor si también se muestra la otra cara de la moneda: la del ambicioso y tramposo que cumple su meta. En este sentido, Hambre de poder (The Founder, 2016), la ficción histórica inspirada en la fundación y el crecimiento de la famosa cadena de restaurantes de comida rápida, McDonald's, es una acertada parábola sobre las dinámicas en las que opera el voraz capitalismo. El guion, escrito por Robert D. Siegel (The Wrestler, 2008), revela con prudencia el crecimiento de Ray Kroc; del suelo hasta el cielo. Pero para lograr ese trayecto no se requiere de nobleza ni lealtad, tampoco talento o educación, sino de la traición y la perseverancia para llegar a la cumbre. El cineasta John Lee Hancock (Saving Mr. Banks, 2013) tiene una mano segura para evitar caer en el discurso aleccionador o moral, pero en algunos momentos se inclina por retratar el modus operandi rapaz, individualista y sin escrúpulos del protagonista de manera triunfal. A pesar de la falta de creatividad en el aspecto visual –ni el director ni el cinefotógrafo John Schwartzman (Jurassic World, 2015) ofrecen estrategias atractivas y se limitan, por ejemplo, al habitual plano/contraplano para representar las disputas–, el filme ahonda en la constante batalla por tener el control de un poderoso nombre que empezaron los hermanos McDonald, pero que al no tener la ambición ni la visión, fueron –metafóricamente– devorados por un cocodrilo dispuesto a hacer cualquier cosa para ganar. Es una historia fascinante sobre la imprudente determinación de un hombre por alcanzar el éxito, pero a diferencia de otros relatos similares sobre la codicia como There Will Be Blood (2007) o The Wolf of Wall Street (2013), Hambre de poder no logra sumergirse en las profundidades de la compleja psicología de Kroc.