Hermosa Juventud sigue el tortuoso viaje de Natalia (Ingrid Jonsson García) y Carlos (Carlos Rodríguez), una pareja veinteañera de los suburbios de Madrid. Ambos están prácticamente en bancarrota: sin estudios completados, sin trabajo (a causa de la crisis que afecta a España). Sobreviven al día a día con unos pocos euros, obtenidos en el caso de Carlos, en cada trabajo ocasional como albañil, en las obras de un conocido. Natalia depende todavía de su cansada madre. Los sueños de Natalia y Carlos se reducen a tener una casa junto a la playa, pero sus anhelos contrastan con la realidad que les rodea: hogares humildes, colmado en su mayoría por madres jóvenes solteras, invadidas por la miseria la frustración; ellos mismos tampoco se esfuerzan por conseguir un mejor trabajo o terminar su educación. Natalia duerme hasta las dos de la tarde. Carlos quiere dinero fácil. De manera repentina, el statuos quo de los protagonistas cambia cuando, para obtener dinero fácil, ambos aceptan hacer un video pornográfico. Pero el resultado de la experiencia deja un embarazo inesperado para Natalia. A partir de aquí, los protagonistas tendrán que superar las severas batallas financieras y psicológicas para poder mantener al niño.
Jaime Rosales retrata de manera realista, un caso frecuente que aflige a las clases más bajas de las afueras de Madrid. Sus protagonistas, sin educación universitaria, evaden su monótona existencia imaginándose en el futuro con vidas resueltas y lujosas, rehusándose a aceptar cualquier tipo de responsabilidad. Cuando ambos deciden buscar un empleo con mayor firmeza, con un infante que sostener, la sociedad los castigará por sus actos. Natalia y Carlos, son dos jóvenes que lucen envejecidos (se ven cansados, con ojeras) por la carga económica y moral que conlleva tener un hijo. El director logra transmitir la atmósfera de apatía en la que están inmersos sus protagonistas, filma a sus personajes con una cámara en constante movimiento, casi siempre enfocados desde afuera de una ventana o desde la parte trasera de una puerta de entrada, consiguiendo que el espectador tenga la sensación de estar asomándose sin permiso a la vida de los personajes. Rosales entrega un relato crudo sobre una juventud sin esperanza, víctima de su propia inercia e ignorancia.
Minicrítica realizada durante la 58 Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional.
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