Viviendo una vida relativamente pacífica, el músico C (Casey Affleck) comienza a sostener una serie de ligeras discusiones y pequeñas rencillas con su esposa, M (Rooney Mara); ella quiere mudarse a un nuevo recinto, pero él quiere permanecer en su querida y enigmática casa de un piso, ubicada en Irving, Texas. Desafortunadamente, una tarde en su camino de regreso a casa, C muere en un accidente automovilístico; M se ve obligada a identificar el cuerpo en la morgue, y a partir de ese momento comienza un viaje de dolor particularmente inquietante para la joven. C regresa al mundo como un fantasma escondido debajo de una enorme sábana blanca con dos agujeros que simbolizan los ojos. Siguiendo los instintos del más allá, el difunto se traslada a la casa que compartía con su esposa convirtiéndose en testigo del dolor que se disipa lentamente a medida que pasa el tiempo.
Con guiños al cuento A Haunted House de Virgina Woolf, y con influencia de los ideales estéticos de tiempo-ritmo-edición (“el paso real del tiempo expresado dentro del plano”) de Andrei Tarkovsky, el cineasta estadounidense, David Lowery (Ain't Them Bodies Saints, 2013), confecciona una conmovedora historia de pérdida y aflicción, al mismo tiempo que reflexiona sobre el poder de la memoria. Con el apoyo del cinefotógrafo Andrew Droz Palermo (You're Next, 2011), el director recurre a una relación de aspecto 4:3 (con las viñetas redondeadas en las esquinas del marco) para crear una sensación claustrofóbica y capturar el sentido de lo irreal y lo espectral mediante sutiles juegos de iluminación que se centran en el deambular de M. Es cierto que no hay expresiones faciales en el fantasma, pero mediante sus recorridos (en los que trata de darle sentido a su propio viaje de “la vida después de la muerte”) y el vínculo emocional que establece con el espacio que habita(ba), descubrimos su pesar. Con pocos y breves diálogos –algunos fugaces– el espectador puede deducir que la relación de los protagonistas tuvo momentos de mayor equilibrio y felicidad en el pasado. En la oscuridad de la noche, la cámara se cierne sobre ellos, deteniéndose en un beso tierno o una suave caricia que se desvanece debido a una presencia sobrenatural que los perturba, pero que desconocen. Después de la trágica muerte, el fantasma se asoma en las esquinas y los rincones de la casa, mirando a su esposa con un anhelo tangible; a pesar de sus intentos y señales –hacer que las luces de los focos parpadeen o mover los libros de los estantes–, él es incapaz de alcanzarla. Aunque hay una escena que le rinde homenaje a Poltergeist (1982), Lowery no ofrece una historia de fantasmas convencional. En este sentido, A Ghost Story es tremendamente experimental y subversivo, negando al público lo que las películas de fantasmas nos han enseñado a esperar. Es una narración con ritmo pausado, que le otorga un lugar preponderante a la contemplación, la quietud y los silencios de los personajes; es un filme que exige paciencia, pero vale la pena la espera en los momentos finales de esta elegante exploración del amor encontrado y perdido. El peso psicológico de la seguridad de nuestra muerte y el hecho de que la vida continuará mucho después de nuestra partida de este mundo es difícil de transmitir visualmente, pero A Ghost Story es una de las películas contemporáneas más conmovedoras que alguna vez haya lidiado con esta cuestión existencial.
Fecha de estreno en México: 28 de diciembre, 2017.
Consulta horarios en: Cinépolis, Cinemex