Escucha aquí el Soundtrack de 'Isle of Dogs'
Guía visual para conocer a los actores que prestan sus voces a los personajes de 'Isle of Dogs'
El sufrimiento de los perros ha terminado, al menos en las películas de Wes Anderson. Difícil de olvidar esas dos escenas de The Royal Tenenbaums (2001) en las que Gene Hackman lleva a sus nietos a ver una batalla clandestina entre pitbulls, y Owen Wilson conduce su automóvil directamente contra el beagle llamado Buckley. También está aquel perro callejero de tres patas que no llega al final de The Life Aquatic with Steve Zissou (2004), así como la mascota exploradora abatida por una flecha en Moonrise Kingdom (2012) o el perro rabioso envenenado en Fantastic Mr. Fox (2009). Todas aquellas muertes, víctimas silenciosas y pequeñas tragedias pasaron desapercibidas por muchos, mientras que otros aseveraron la animadversión que el cineasta texano siente hacia estos animales. Aunque estos actos abruptos de indiferencia canina forman parte de una ligera corriente de violencia presente en la filmografía de del director, la desgracia -que repentinamente cae sobre los perros- responde a un castigo detonado por los daños colaterales de la ineptitud moral y práctica de los adultos. Isla de perros (Isle of Dogs, 2018), su más reciente obra, tiene el aire de una respuesta definitiva a estas dos posturas. Esta vez los perros son protagonistas absolutos, abarrotan la pantalla y sobre todo brotan continuamente.
Ambientada en el año 2038 en la despótica y distópica ciudad japonesa de Megasaki, el alcalde Kobayashi (Kunchi Nomura) ha decidido prohibir a todos los perros de la metrópoli, por temor a la propagación de la ‘gripe canina’. El decreto incluye el exilio de los animales a un basurero enorme conocido como Trash Island. Uno de los expulsados es Spots (Liev Schreiber), un perro inteligente entrenado para proteger al hijo adoptivo de Kobayashi, el pequeño Atari (Koyu Rankin). No dispuesto a dejar morir a su amigo, Atari toma un avión y se estrella en Trash Island, donde conoce a un grupo de perros dispuestos a ayudarlo en su misión de encontrar a Spots. La pandilla está conformada por Rex (Edward Norton), Chief (Bryan Cranston), Boss (Bill Murray), Duke (Jeff Goldblum) y King (Bob Balaban). Luchando para recorrer las diversas áreas de la isla, Atari confía en Chief, quien suaviza su postura dura y agresiva sobre los humanos para ayudar al niño valiente. De manera paralela, en Megasaki, los disturbios amenazan al alcalde Kobayashi, debido a que una estudiante de intercambio -llamada Tracy (Greta Gerwig)- está dispuesta a demostrar que el líder ha mentido sobre la enfermedad de los perros y lo acusa de asesinar a Wantanabe (Akira Ito), un científico que trabajaba en la cura de la gripe canina.
Como estilista, Anderson se ha vuelto progresivamente más inventivo con cada película recurriendo a sus habituales obsesiones visuales: armonía y equilibrio en la composición de los planos, diseños de escenarios meticulosamente simétricos y una eufórica paleta de colores pastel. Pero al observar su más reciente filme, estos indicadores estéticos -mucho más refinados- no sólo apelan a una maestría y dominio del aspecto formal, sino también a su agudo sentido para vincular el atractivo visual y artesanal de la animación stop-motion con las emociones de sus personajes y mensajes. Isle of Dogs es un mundo fantástico en el que se conjugan la exploración geográfica, el cuento de hadas, la fábula clásica con moraleja incluida, alusiones a la cultura japonesa (desde las pinturas Ukiyo-e hasta Akira Kurosawa, pasando por el delicado arte de la gastronomía) en un relato cargado de problemáticas contemporáneas asociadas al cuidado del medio ambiente, el maltrato animal, las protestas estudiantiles, los regímenes autoritarios, la falta de comunicación y su superación, la distancia lingüística, y los procesos de traducción y adaptación, incluso, en una desoladora secuencia, se evocan los campos de exterminio, los cuerpos susceptibles de experimentos genéticos y las mutaciones. Tanto la metrópoli como la isla configuran una atmósfera futurista, ruinosa y mecánica, oxidada y polvorienta, con algunos destellos de steampunk -sofisticadas herramientas de vigilancia y agresivos perros robóticos-; y es precisamente en esta atención a lo orgánico, esta mirada que revisa el pasado e imagina el futuro, que hace que las geometrías obsesivo-compulsivas de Anderson tengan sentido sin ser un capricho. Una de las palabras clave para definir Isle of Dogs es la emoción. Efectivamente irónica, con algunos momentos de diálogos densos, pero cargado con un astuto sentido del humor, la animación le rinde homenaje a la novela Los perros de la plaga (1977) de Richard Adams, creando sutiles momentos de tensión y otros un tanto conmovedores. Las actitudes de Atari, el joven héroe de la historia, se asemejan más a las de un cyborg que a las de un humano. Él habla japonés y sus intervenciones no son traducidas, marcando una distancia entre él y gran parte del público. Además, nunca abandona el uniforme del piloto y en más de una ocasión un fragmento de metal traspasa su cabeza. Esta condición alienante resulta esencial para elevar a los animales antropomorfizados como los verdaderos y únicos protagonistas -con características humanas- que crean conexiones emocionales a lo largo de la película.
Fecha de estreno en México: 4 de mayo, 2018.
Consulta horarios en: Cinépolis, Cinemex, Cineteca Nacional