El 20 de julio de 1923, durante una emboscada en Hidalgo del Parral, Chihuahua, muere Doroteo Arango (Alejandro Navarrete), mejor conocido como Pancho Villa. El pueblo entero llora el fallecimiento del héroe local y, durante su funeral, hacen acto de presencia cuatro de las tantas mujeres con las que se casó. Luz (Gabriela Canudas), Lichita (Verónica Jaspeado), Manuela (Teresa Ruíz) y Soledad (Ximena Ayala) recuerdan las cualidades de Villa; un hombre valiente, mujeriego, bondadoso, caritativo, impetuoso y apasionado.
El complejo tejido político y social que vivía México en las primeras décadas del siglo XX es reducido a una burda dinámica de traiciones e infidelidades. Los directores, Lourdes Deschamps y Juan Andrés Bueno, están más interesados en retratar las disputas verbales de las mujeres y los juegos de seducción del protagonista que la complejidad del personaje histórico inmerso en el tumultuoso contexto de la Revolución. El guión, escrito por Elias Godoy Ortiz, Mario Hernández, Antonella Samaniego y Arturo Tekayehuatzin, es una mirada conservadora que toma como pretexto el libro escrito por Rosa Helia Villa –nieta de don Pancho– para reducir el personaje histórico al de un mujeriego empedernido que caía rendido ante cualquier mujer hermosa, y cuyo principal atractivo era su gallardía. El filme evita cualquier dosis de subversión y osadía necesarias para amalgamar un retrato complejo del Centauro del Norte. Desde el primer acto, cuando se narran los comienzos como bandido de un joven Doroteo, la película se manifiesta como una aproximación tímida y precavida que hace un uso exagerado de la banda sonora de Alfonso Toledo como recurso fácil para inducir emociones que los personajes son incapaces de transmitir. Cuando la película hace un pequeño intento por interesarse genuinamente en la historia de México, se hunde en las simplezas de colocar a los personajes en una lucha de buenos contra malos sin profundizar, por ejemplo, en los errores de Francisco I. Madero o en los aciertos de Porfirio Díaz. Los efectos visuales de la escena final lucen desfasados y no se integran a los movimientos y miradas de las actrices que aparecen a cuadro. Las secuencias en el campo de batalla son orquestadas con muy poco tacto, con un ritmo lento, una coreografía apática, una fotografía descolorida y sin tensión ni emoción.
Fecha de estreno en México: 23 de octubre, 2015.