Lee aquí nuestra reseña de Joven y bella
Hay un resquicio en la mente de las mujeres que permanece inaccesible para los hombres y que les produce una imaginativa curiosidad: los mecanismos de su deseo sexual. Como Buñuel en Belle de jour (1967), en Jeune et jolie François Ozon explora los de una joven y bella –aquí adolescente– que recibe su despertar sexual muy a la Ozon, con una mezcla de inocencia, sensualidad, misterio y perversión. Después de perder la virginidad durante un verano con un joven prácticamente desconocido, sin crear el más ligero lazo afectivo, decide convertirse en prostituta. Su muy bien remunerada profesión tiene repercusiones en su familia, que parece ser demasiado normal como para tener a un miembro con inclinaciones tan poco burguesas. Como es costumbre de Ozon, el ostentoso regodeo en sus atmósferas de thriller pérvido repercute negativamente en el desarrollo de sus personajes y de la historia. Aunque con Marine Vacth de protagonista, su monstruo sexual entrará sin problemas a la lista de las femme fatales inolvidables del cine.
SOR (@SofOchoa)
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